Desde hace 11 años, Elísabet Benavent vive en la cresta de la ola de las novedades literarias. Con 29 años publicó En los zapatos de Valeria, la primera entrega de la exitosa saga que, adaptación televisiva en Netflix incluida, ha conquistado a millones de lectores y espectadores. Desde ese instante, su nombre es asiduo en las recopilaciones de lo más vendido y leído y, claro, no ha sido excepción con Esnob, su nueva incursión en la novela romántica en la que, por primera vez, la voz protagonista es la de un hombre. Ayer lo presentó en el Festival de Literatura Expandida a Magaluf (FLEM) que se celebra estos días en el Innside Calvià Beach de Melià.
Benavent comenta a la prensa que «ya había hecho alguna intentona» en sus anteriores libros, y ya van más de 20, de escribir desde la visión del hombre, pero nunca como el principal personaje. «Ha sido un reto», indica la valenciana que cree que tradicionalmente «no ha sido él quien busca el amor» aunque «está cambiando últimamente».
A pesar de todo, no cree que «haga falta que las mujeres escribamos más en la voz masculina», sino que apela a que «los narradores, sean hombres o mujeres, se sientan libres y que hablen del amor desde diferentes puntos de vista porque ya no estamos en el discurso tradicional. Ahora, en el amor nada es normal y todo lo es».
Otros cambios que aprecia la autora en nuestra sociedad es que su generación (es millennial) «es una intermedia» a la que, por un lado, se le ha hecho creer en la «falacia de la meritocracia», una idea «muy neoliberal de que si quieres, puedes, pero en realidad es si puedes, puedes», en relación las condiciones económicas de cada persona; y por otro lado, «pretendemos vivir como nuestros padres, pero eso es algo imposible para nosotros».
Precisamente este tema aborda Esnob a través de su protagonista, un hombre que cree tener el mundo bajo control y está a un paso del éxito cuando todo salta por los aires y se queda sin nada: «Mira el concepto de éxito que tenían sus padres sin darse cuenta de que su situación no es la misma y que ni siquiera se ha preguntado qué es lo que quiere». Esta situación, Benavent lo hace extrapolable a su propia generación, que ha vivido «queriendo emular un plan de vida», el de sus progenitores, pero «sin estar en el mismo momento histórico».
Por otra parte, tampoco están los millennials próximos a la generación siguiente, ya que «el concepto de amor que tienen es más espontáneo e inmediato a diferencia del de toda la vida» con el que se ha criado ella y sus compañeros generacionales. El resultado de todo ello es «una generación un poco perdida».
A pesar de ello, Benavent parece entenderse bien con los jóvenes, con los que comparte mucho en redes sociales como Instagram que le permite generar «textos que no tengan continuidad» y así «aislar una reflexión, un sentimiento o un miedo» con sus seguidores.
Por último, en cuanto al éxito cosechado como escritora, reconoce Benavent que da «cierto vértigo». Sobre todo hacia sus lectores más fieles, a los cuales reconoce que cada vez parecen sumarse más varones. «Yo escribo entretenimiento», reconoce taxativamente y añade: «Quiero que quien lea mis libros sonría y robarle un par de carcajadas. Me produce más vértigo conseguir esto que cualquier otra cosa. No quiero que alguien crea que ha perdido el tiempo al leerme porque sé lo que se siente como lectora y es descorazonador», dice.
Por esta razón, Benavent también se da ahora más tiempo entre novela y novela, para «disfrutar del proceso» y «encontrar una periodicidad en la que me sienta cómoda». Así consigue la que, quizá, sea no la, pero sí una clave de sus índices de ventas: «Lo más importante es disfrutar escribiendo y lo noto mucho en el éxito de la novela si me lo he pasado bien creándola».