La coherencia no recibe el mérito que se merece. Mantenerse fiel a unas ideas y actuar en base a ellas, es decir, ser coherente, no es fácil y normalmente no es agradecido, pero otorga una paz de espíritu casi inigualable. Si no que se lo digan a Mané Capilla. El músico, miembro activo de casi todo lo que sea música isleña, es uno de esos ejemplos de libertad bien entendida. Alma rítmica de los Sunflowers, con los que tocó el cielo de la música, no quiso que su pasión le consumiera y, por ello, para poder tocar cuándo, dónde y con quién quisiera, se dedicó a hacer todo lo contrario: se puso a pintar. Esta es la historia de Mané Capilla y esto es lo que recoge Pinceles y baquetas, el documental dirigido por Rubén Capilla y Angie Vallori sobre su figura.
Durante cuatro años han perseguido Mané y Vallori al batería de los Sunflowers, la primera banda española en tocar en el mítico The Cavern. Con «casi nada de presupuesto» y peleando cada plano, cada momento y cada segundo incluso del filme. «Ha costado mucho levantarlo», reconoce Capilla que, además, señala que «ha habido días en los que me he ido yo solo con la cámara, pero también lo agradezco porque consigues cosas que no hubieran salido con mucho equipo», destaca el mallorquín.
La idea original era contar la historia de la música mallorquina desde los 80 hasta ahora a partir del propio Mané, pero poco a poco «fuimos descubriendo cosas que enriquecían el documental y le han dado un punto más personal y enfocado hacia el mundo interior» del músico y su forma de entender la vida y la música.
Así pues, a partir del músico se explora una decisión vital que es el conflicto mismo del filme: dónde está el límite que hace que tu pasión se vuelva una obligación. Esto visto desde la perspectiva de alguien que «llega a lo más alto haciendo giras por Estados Unidos con Sunflowers y se da cuenta de que a lo mejor la música en esa forma no le gusta tanto» y de que «necesita una distancia con las cosas que le gustan para que no se conviertan en un sacrificio».
Por eso decide «ponerse a pintar paredes», señala Capilla, para poder «mantener la distancia con la música» ya que «valora mucho la libertad de tocar dónde, cómo y con quién quiera». Por su parte, Vallori añade que «el punto común de toda la historia es el amor hacia la música y el desamor que ello conlleva».
Humildad
Coinciden ambos directores también al destacar que Mané es «una persona sencilla, muy humilde y cercana» que cuenta con un presente tan activo como su pasado. Es por ello que «no hay melancolía», aunque sí haya algún que otro momento nostálgico. A su vez, hay «mucho material de archivo» con imágenes inéditas, como cintas de la gira de Sunflowers por la Costa Oeste de Estados Unidos digitalizado por el propio Capilla o temas de la banda que están por salir. A pesar de todo «se vive desde el presente», desde la perspectiva de un «músico en activo que toca con la misma energía y motivación que la de hace 40 años».
Por la pantalla, además de, obviamente, el propio Mané, se podrá ver en pantalla a los Sexy Sadie, Joan Miquel Oliver, Cris Juanico, Guille Wheel &The Waves, José Domingo, Omar, Clara Ingold, Leonmanso o Rock & Press.
Todos ellos como ejemplos de las sinergias de un músico, Mané, que tal y como dice Vallori está «lejos del ego que puede tener alguien de su calibre, sino que desarrolla su oficio desde la humildad por el mero hecho de disfrutar de lo que le gusta». Una historia «local que gustará a los culturetas, pero también a cualquiera con una pasión» porque tiene vocación «universal».