A escasos días de la celebración de la novena edición presencial del Atlàntida Mallorca Film Fest, la ilusión y el entusiasmo que desprende su director, Jaume Ripoll (Palma, 1977), es el mismo que de la primera vez, allá por el año 2016, cuando este entusiasta y amante nato del séptimo arte logró consolidar en la Isla un gran evento cinematográfico. Uno que traspasa la pantalla para alzarse como epicentro de debate y reflexión sobre lo que está pasando en el mundo. Ilusión e incertidumbre, porque a pesar de que el certamen está a la vuelta de la esquina, todavía se ha materializado el apoyo institucional: «Cualquier festival del mundo ya se habría cancelado», avisa. El Atlàntida arranca con dos sesiones especiales en Inca, los días 12 y 14 de este mes, y oficialmente tendrá lugar del 19 al 28 en Palma.
La nueva edición del Atlàntida Mallorca Film Fest está a la vuelta de la esquina. ¿Cómo se presenta este año?
—Es la novela edición presencial en la Isla y hemos crecido un 35 por ciento. Ahora tenemos que ver cómo responde el público a esta propuesta amplificada del festival. Tenemos una nueva sede, en Inca, y hemos pasado de 70 a 105 largometrajes y 19 cortos. El reto es ver la respuesta a eso. Eso y la tensión inevitable de que todo salga bien.
El año pasado tuvo el handicap de la huelga de actores.
—La edición de 2022 fue la de la vuelta a la normalidad y el año pasado nos encontramos con la huelga, que nos afectó. Este año tampoco hay elecciones, y eso ayuda. Este año los actores y actrices están muy solicitados y ha sido un reto conseguir que Matt Dillon y Michael Douglas, entre otros, acaben viniendo a Mallorca en esas fechas.
También J.A. Bayona, Liv Ullmann... El cartel es muy potente.
—Con Jota [Juan Antonio Bayona] siento que se cierra un círculo de 25 años, cuando coincidimos en Campos en un festival de cortometrajes de la ESCAC. Ahora él vuelve como un grandísimo director de cine y yo como director de un festival de cine.
Lo de Michael Douglas son palabras mayores.
—Es una leyenda viva del cine y me da la impresión de que en el imaginario mallorquín se ha relativizado su importancia, por la figura pública que es, y hemos desatendido todos sus méritos cinematográficos. Mallorca le debe un reconocimiento y es el momento de poner en valor lo que ha hecho de él una figura histórica. En el festival online se verán muchas de sus películas, destacaría Alguien voló sobre el nido del cuco, que le dio su primer Oscar como productor, y Un día de furia, en mi opinión la más vigente de su filmografía. Llevábamos cinco años detrás de él, empezamos el contacto gracias al galerista Juan Antonio Horrach [fallecido en octubre de 2022]. Siempre había compromisos y no podía ser, y este año lo hemos conseguido.
El festival no ha dejado de crecer.
—La voluntad del festival siempre ha sido crecer, y ahora nos planteamos qué significa crecer. Era relevante que teníamos la obligación de salir de Palma y explorar otras vías; han sido muchos los pueblos que se han acercado y el Teatre Principal d'Inca encaja perfectamente. Es la gran novedad, los días 12 y 14 proyectaremos allí dos películas cada día dentro de un ciclo sobre masculinidades frágiles.
El año pasado, el apoyo institucional se retrasó demasiado. ¿Cómo están las cosas este año?
—La relación es buena con las instituciones, cero problemas, ningún tipo de injerencia. A nivel de sedes, lo mismo, pero en cuanto al apoyo económico falta todavía que se confirmen las buenas intenciones y se trasladen a contratos. El festival crece y tenemos la esperanza de que las administraciones lo respalden, pero a pocos días del festival no podemos estar con la incertidumbre de la aportación económica pública.
Y ese apoyo económico es más que necesario.
—Todo festival del mundo requiere un 60 por ciento de financiación institucional, desde Cannes, Sitges, San Sebastián, Málaga... todos. No es una cuestión del Atlàntida. Lo que nos diferencia es que nosotros, aunque parezca difícil de creer, seguimos teniendo esa vocación, quizá ingenua, de la gratuitidad del ochenta por ciento de la programación. Mi percepción es que no se ha valorado casi nunca, si el festival fuera de pago tendría el mismo apoyo económico. Los festivales que he citado tienen aportaciones millonarias, mucho superiores a la nuestra. Pero seguiremos teniendo ese ideal de soñadores.
En alguna ocasión ha avisado de que el Atlàntida, sin el apoyo público, quizá no estaría en la Isla.
—Tenemos que seguir trabajando en esta línea y en el Consell y el Govern , es inequívoco su apoyo al festival; también el Ajuntament de Palma, sé que nos apoya pero hemos tenido menos contacto. Esperemos que todo acabe bien y se formalice, pero no tenemos la certeza a días del festival. Eso hace que trabajes de otra manera y no puedas centrar tus esfuerzos en el propio festival, hay que estar detrás de esto. A día de hoy hemos recibido cero euros para esta edición. La voluntad existe, pero hay que pagar facturas. Esto debería estar resuelto diez meses antes, no diez días.
¿La presencia de la Reina también ha contribuido al crecimiento del Atlàntida?
—El Atlàntida está donde está gracias a cuatro factores: la sociedad balear, el apoyo de Filmin, al hecho de que sea en Mallorca y sus espacios, y por último, la Reina. Doña Letizia ha sido una gran dinamizadora, ha amplificado la presencia del festival y ha conseguido que el relato vaya más allá del photocall y se centre en lo relevante: la proyección, el cine. Con la Reina, además, todo han sido facilidades, sin exigencias. También el debate y la reflexión es relevante, y en el festival se debate de películas porque si la cultura no es incómoda, solo es entretenimiento, y el Atlàntida es un festival cultural.