Si alguien ha sabido retratar el campo del interior de la Isla y, más concretamente las higueras, ese es Andreu Maimó (Cas Concos, 1946). «Me gusta pasear tanto por el campo como por la costa», apunta, por eso hay algún cuadro, como S'esquitx, en el que aparece la salpicadura de las olas que rompen sobre las rocas o del Cap Salines.
Sin embargo, confiesa que «en vez de mirar hacia el mar, prefiero girar la vista al interior, que ofrece un paisaje más interesante y también más nuestro». Con todo, «el pintor de les figueres», como apunta Pere Antoni Pons en Andreu Maimó, un home que pinta (Ensiola, 2024), que incluye fotografías de Jean Marie del Moral, también es el escultor de las frutas muertas. De hecho, así se titula otro volumen, también firmado por Pons y Del Moral (Ensiola, 2018).
Jardín
«Todo este material surge de lo que tengo a mi alcance, de lo que nace en mi jardín. Cada día me encuentro con material nuevo. Observo la evolución de la fruta, desde que caen del árbol al suelo, redondas y bonitas, hasta que van envejeciendo y se transforman en colonias de insectos que encuentran una gran fuente de alimento en la propia fruta. El moho es precioso y ofrece una explosión de color: pasan por colores grisáceos, azulados, rojos anaranjados. Es una maravilla que puede pasar totalmente desapercibida a la mayoría», matiza.
«No la puedes contemplar desde una mesa, pero es que tampoco ya nadie parece tener esa capacidad de observación. Y una vez se ha producido esa metamorfosis, trato de transportar esa emoción que me ha producido. Me fascina cómo se va recomponiendo la naturaleza. Las frutas primero alimentan pequeños animales y se acaban convirtiendo en polvo que, en un futuro, se convertirá de nuevo en otro árbol. En la naturaleza, nada se muere, todo está en continua transformación».
Así las cosas, Maimó confecciona cerámicas usando pigmentos para «mostrar los agujeritos que forman los insectos, así como la putrefacción y la deformación del cuerpo de la fruta», aunque puntualiza que no se considera ceramista, pues es «un complemento para dar dimensiones a lo que me interesa», sino pintor y grabador. «No se trata tanto de encontrar belleza donde no la hay, porque eso depende de los estándares. Si uno se fija y se acerca lo suficiente seguro que la halla, pero es cierto que tiene que tener la sensibilidad para saber captarla», añade. A pesar de que esas imágenes de descomposición puedan resultar desagradables para algunos, insiste en la necesidad de «aceptar la muerte como algo natural, como lo hacen los animales; sin prejuicios por nuestra educación».
Todo este universo tan personal se aloja durante todo el verano en el Fontsanta Hotel Thermal, muy cerca de Es Trenc. La exposición lleva por título De Llevant cap a Migjorn, pues «es el lugar donde transcurre mi vida y todos los temas de mis obras proceden de los términos municipales de Felanitx y Campos». La muestra se inaugura este viernes a las 19.00 horas y estará abierta al público general hasta el 31 de octubre. El proyecto está comisariado por la galería palmesana Aba Art Lab y se compone de una veintena de óleos y una treintena de piezas de cerámica, todos ellos «integrados» y repartidos por diferentes estancias del hotel, como la recepción, el jardín o el espacio expositivo.