La experiencia como diplomático le ha proporcionado a Jaume Segura (sa Pobla, 1973) un bagaje cultural envidiable. Especializado en América Latina, donde ya ha trabajado como embajador de la Unión Europea en El Salvador y Honduras, además de embajador de España en República Dominicana y consejero político en México, ahora está «en transición» para ejercer de embajador de la UE en Bolivia. «Me hice diplomático para disfrutar de la experiencia de viajar y vivir fuera, que no es lo mismo que viajar por turismo», declara convencido a Ultima Hora.
Sin duda todas esas vivencias le han servido de material que, según él mismo reconoce, puede ser literario o no. En todo caso, parece que sí le ha dado sus frutos en este campo. Tras su debut con la novela Tal vez, un día (2019), Segura repite con el sello granadino Ediciones Miguel Sánchez con su segundo título: Evagrio (y yo). Lo presentará este martes, a las 19.00 horas, en la Biblioteca de Cort, en Palma, acompañado por Maria de la Pau Janer.
«Si Gabriel García Márquez dijo en su libro Vivirla para contarla que la vida es lo que recordamos para contarla; en el fondo, cuando escribimos algo, usamos nuestra propia memoria o la de otros, o incluso una ficción basada en cierta memoria y el hecho de contarlo forma parte de nuestra vida. De hecho, lo que nos hace humanos es contar nuestra historia, a nosotros y a los demás. En eso consiste Evagrio (y yo): en cómo contamos historias que, en el fondo, son únicas y en las que resulta difícil distinguir entre las partes inventadas y las verdaderas. Al fin y al cabo, nuestros recuerdos nunca perduran en su forma original, sino que se van modificando cada vez que los rememoramos; vamos añadiendo o suprimiendo matices. En este sentido, creo que los escritores a menudo jugamos con el lector y le provocamos que indague en su propia memoria», detalla Segura.
Evagrio (y yo), aclara, está basada en un personaje real, «un mallorquín que ahora vive en República Dominicana» y que ha «protagonizado la transformación de Mallorca y el boom turístico desde el principio». «Con 13 años empezó trabajando como botones en un hotel y a finales de los cincuenta y principios de los sesenta asistió al nacimiento del boom. Más tarde, incluso llegó a ser vicepresidente de una de las grandes multinacionales del turismo», desvela.
De esta manera, el autor explica que la novela cuenta «una historia particular de cómo se transformó Mallorca y también España» a través de este personaje, pero también se entremezcla con elementos autobiográficos, es decir, con la autoficción. «Cuando empecé a escribir su historia me di cuenta de que tenía un paralelismo con la mía, aunque hay diferencias, como el hecho de que pertenece a la gernación de mis padres y no a la mía. Con todo, lo importante no soy yo, sino Evagrio, de ahí que ‘y yo' esté entre paréntesis», justifica.
Turismo
Así las cosas, la obra aborda un tema especialmente controvertido de rabiosa actualidad: el turismo. Sin embargo, Segura avisa que el libro no ofrece una reflexión sobre este asunto, aunque sí es cierto que forma parte del trasfondo. «No hay un debate sobre el modelo turístico, ahí no entro, pero sí que hablo de la transformación social y económica que sufrió Mallorca a través de un personaje que vive de primera mano en ese mundo del turismo y que llega muy arriba», matiza.
En cualquier caso, admite que el aspecto más «polémico» es el hecho de que aparecen nombres reales de ese fenómeno «histórico» que fue el nacimiento del boom turístico. «No tenía mucho sentido que escondiera esas identidades porque la gran mayoría de gente sabría de quien hablo. Puede que haya alguien que no esté muy contento con eso», reconoce. «No es una biografía rigurosa, pues no me he dedicado a investigar nada ni tampoco a contrastar, sino que se nutre de las conversaciones con Evagrio y de recuerdos míos», agrega sobre lo que se podría considerar una «crónica novelada» de la época.
«También cuento mis veranos en Es Barcarès y el impacto que tuvo el turismo en niños de diez años que vivían en una zona turística, cómo descubrimos ciertas cosas a través de los extranjeros y también cómo los mitificábamos, puesto que su actitud desentonaba en una sociedad todavía muy cerrada. Era el principio de la democracia, pero en ese momento no eras consciente de estar viviendo algo histórico, el nacimiento de una sociedad mallorquina que es de las más abiertas y conectadas con el mundo», recuerda.
«Todas las sociedades tienden a ser cerradas para protegerse, pero la nuestra es una sociedad objetivamente abierta, basta comprobar los vuelos y barcos que llegan a la Isla y el porcentaje de extranjeros que viven aquí. Pero no era así hace cuarenta años. Y Evagrio es uno de los protagonistas de estos cambios: cómo un niño de Santa Catalina aprende a hablar un inglés perfecto trabajando en el sector turístico y cómo empieza a tener noticias del extranjero a partir de esa experiencia. Y eso sin ser conscientes de vivir en una sociedad bajo la dictadura franquista», subraya.
Con el turismo llegó la cultura, la música que, como en la anterior novela, vuelve a ser importante. Ambas, de hecho, cuentan con una playlist. «Hablar del turismo es hablar de los conciertos en los hoteles, de la música de los setenta y ochenta, pero también de mi época. Encontramos desde Serrat, Machín y West Side Story, de Bernstein, hasta ABBA, Village People, Joaquín Sabina, Bad Bunny o Boney M.», concluye.