El Consell insular de Mallorca y el Bisbat, a través de la Comissió Mixta, han terminado de restaurar diferentes espacios del Monestir de la Puríssima Concepció de Palma, conocido popularmente como el Monestir de Ses Caputxines, aunque, como ha apuntado este viernes en rueda de prensa el vicario episcopal para el Patrimoni històric i cultural, Francesc Vicens, hace tiempo que en este espacio no habitan caputxines, sino franciscanas TOR.
Se trata de la segunda fase restauración, que ha costado 275.000 euros, y que llega después de una primera que se dedicó a la localización de cerámicas y otros objetos patrimoniales, además de su inventariado. De esta manera, la intervención se ha centrado en la rehabilitación del inmueble y a la mejora de la musealización y conservación de objetos.
La vicepresidenta del Consell y consellera de Cultura i Patrimoni, Antònia Roca, ha destacado la importancia de llevar a cabo proyectos como este porque «los conventos de Ciutat conservan parte del legado histórico y social de nuestra comunidad, y se mantienen como continentes patrimoniales con un contenido igualmente relevante y diversos». «Las edificaciones conservadas son testimonios del paso del tiempo y de la tradición y evolución arquitectónica», ha añadido.
Más concretamente, la intervención ha consistido en la restauración de los espacios de visita de la planta baja del monasterio: la despensa del aceite, la salera, el leñero y carbonera y Cas Hermanos (un espacio reducido parecido a una pequeña cocina), la cantina del pozo, la lavandería y una celda y planchador. Estos espacios, han detallado, presentaban problemas de humedad en pavimentos y paramentos verticales, que habían causado desprendimientos de materiales estructurales y motivado la aparición de xilófagos en los elementos de madera.
Por otra parte, Vicens ha señalado que otro objetivo de la intervención arquitectónica ha sido la mejora de la conservación de los bienes muebles del Monestir. Esta intervención ha permitido el saneamiento de unos espacios donde se ha reubicado y recolocado parte del fondo etnológico de la institución. Port tanto, la intervención no solo ha ido encaminada a la rehabilitación del inmueble en sí misma, sino que a la vez se ha mejorado la musealización y conservación de diferentes objetos.
Jaume Llabrés, comisario del patrimonio del Convent junto a Aina Pascual, ha recordado que llevan a cabo su labor en esta casa desde 1995. «Es un proyecto que hemos ido haciendo poco a poco, empezando por el belén, tiene un largo recorrido y todavía queda mucho por hacer, especialmente los espacios agrarios, como el huerto o la pocilga», ha aclarado Llabrés. Por su parte, Pascual ha llevado a cabo un gran trabajo recogiendo una gran diversidad de tijeras. «Cuando empecé a trabajar, iba encontrando muchas tijeras. Cuando entraba una novicia, se le daba unas tijeras que, claro está, dependían de las manos de la propia novicia, por eso algunas eran pequeñísimas y otras más grandes. Cada una era diferente. Ahora hemos reunido una colección de tijeras antiguas, todas hechas a mano de forma artesanal».
De hecho, Llabrés ha enfatizado que el Convent «es un gran museo de artes decorativas, con carácter etnográfico». «El cliché del término 'convento' perjudica su calidad, porque en realidad este es uno de los grandes museos etnográficos de Mallorca, un título que sin duda luciría mejor. Desgraciadamente, parece como si el contenido de un convento no tuviera tanta importancia, pero la tiene. Completa muy bien el Museu Etnogràfic de Muro, tenemos piezas y objetos únicos en Mallorca. Además, tampoco existe en la Isla un museo de artes decorativas y aquí tenemos colecciones de joyas y muebles singulares dignos de admirar».