Desde su origen, el hombre y la mujer han jugado. El aspecto lúdico de la realidad es algo ancestral que durante siglos ha acompañado al ser humano en su discurrir por el mundo. Los videojuegos son, simplemente, la forma más reciente y sofisitcada tecnológicamente de lo que en su momento fueron las canicas, el ajedrez o el go, el más antiguo conocido. Los juegos, sin embargo, son mucho más que un pasatiempo, hablan de las sociedades que los crean y disfrutan tanto o más que otras manifestaciones culturales de las mismas. Para explorarnos a nosotros mismos, CaixaForum Palma inaugura hoy Homo Ludens, una mirada profunda, crítica e interactiva a los videojuegos y su manera de radiografiar la sociedad actual porque, como señala Luca Carrubba, comisario de la muestra, «todos somos jugadores, lo sepamos o no».
Ocupando dos plantas del edificio, Homo Ludens propone al visitante un viaje interactivo que bebe de los clásicos juegos de arcade en los que necesitas una moneda (coin) para iniciar la partida. Una vez tenemos moneda en mano, el recorrido nos lleva por diferentes salas en las que se exploran diferentes facetas de los videojuegos, desde su condición digital hasta su relación intrínseca y «consustancial a la vida», rompiendo la barrera entre la pantalla y la realidad.
Carrubba del medio que estuvo acompañado de Margarita Pérez-Villegas, directora del CaixaForum Palma, y Elena Mansergas, coordinadora de exposiciones de la Fundació La Caixa, detalla que «la idea del juego está en todos los aspectos de nuestra sociedad y desde que somos bebés nunca dejamos de jugar», pasando de la complejidad misma de los videojuegos por su estructura hasta cómo son «una herramienta esencial para entedernos como sociedades» o, incluso, romper las barreras que los sucesos históricos han impuesto, recuperando manifestaciones folclóricas y culturales.
Así pues, a través de diferentes espacios, Homo Ludens se adentra en conceptos que están a la orden del día, desde la gamificación (aplicar lógicas del juego a otras situaciones como el aprendizaje, el consumo, etcétera) y sus riesgos hasta los patrones oscuros, estrategias presentes en plataformas, webs, apps y videojuegos que fuerzan a sus usuarios a hacer cosas que no quieren. Por estas y otras razones, para Carrubba es obvio que «los videojuegos van más allá de su componente lúdico y son un campo de experimentación de toda la sociedad».
Asimismo, la exposición no se centra en los aspectos negativos, aunque tampoco los obvia. El game art está presente con lecturas artísticas de varios creadores como Hamilton Mestizo, Bill Viola o Mónica Rikic, y se incluyen más de 50 piezas entre videojuegos, fotografías, esculturas, vídeos e instalaciones.
La muestra estará abierta hasta el 27 de agosto y puede verse desde hoy mismo. En ella, como decimos, se entra en un recorrido que va de la herencia a la que están inscritos los videojuegos, que se remonta a un pasado ancestral, y a través de temáticas como la vinculación del juego a la industria consumista; la elaboración, construcción, reconstrucción o recuperación de la propia identidad a través de los videojuegos; la vertiente más creativa y artística del medio; la implementación del componente gamer en la cotidianidad; y, para acabar, la elaboración de un perfil a través de la propia experiencia del visitante y sus elecciones a lo lrago de la exposición.