«La historia de la literatura, y la de la poesía, comienzan con un elogio de la ciudad», concretamente con el Poema de Gilgamesh, «la primera gran pieza que nos ha legado la Antigüedad» y que dedica las primeras estrofas a alabar al rey Gilgamesh, constructor de la muralla de Uruk, en Mesopotamia. Lo afirma Miquel Àngel Llauger (Palma, 1963), que ha querido proseguir con la tradición en su nuevo libro, Palma en vers (Nova Editorial Moll). Este domingo, Sant Jordi, firmará ejemplares en el estand de Moll en Cort (11.00), de Embat, en Sant Miquel (12.00) y Quart Creixent, en Plaça Major (13.00). Además, el 17 de mayo también hará una presentación en Ciutat.
Se trata de una antología en la que el autor pretende invitar al lector a ver Palma con los ojos de «los hombres y las mujeres que, desde la Renaixença hasta hoy, la han plasmado en sus versos» desde momentos históricos, estéticas y temperamentos personales diferentes. «Lo interesante es cómo la manera de hablar de la ciudad refleja los valores imperantes del momento, las preocupaciones y las visiones del mundo», destaca.
Paseo
Así, Llauger propone un paseo por la Ciutat de Josep Lluís Pons i Gallarza, Joan Alcover, Maria Antònia Salvà, Cèlia Viñas, Guillem Cabrer, Pere Antoni Pons y Laia Malo, solo por citar algunos. «Desde el primer momento tuve claro que quería llegar hasta los poetas contemporáneos y, como punto de partida, decidí acotarlo desde la Renaixença para mostrar la visión dde la modernidad a través de la poesía. Se han realizado muchas rutas literarias centradas en esa Palma medieval y venerable, pero tenía especial interés que estuviera presente la Palma que ven o cantan los autores más jóvenes», justifica.
A la lista de poetas se suman también grandes nombres de la música, como Maria del Mar Bonet, con la canción Mercè; Raimon, con Finestra a la badia de Palma y Joan Miquel Oliver (Antònia Font), con Islas Baleares. A su vez, Llauger puntualiza que, aunque la mayoría de los poetas seleccionados son mayoritariamente mallorquines, ha incluido otros de la talla de Josep Carner, Salvador Espriu o Vicent Andrés Estallés.
Los primeros autores, cuenta Llauger, dan una «visión historicista de Palma, que alude sobre todo al pasado medieval y a las leyendas», algo que se rompe con el Auca de Rosselló-Pòrcel, a partir de lo cual «nada será igual». «Se fragmenta, y literalmente, porque coge elementos de esta Palma de la Renaixença y los pasa por la trituradora y el caleidoscopio de la poesía de vanguardia», señala en la introducción del libro. A partir de ahí, «Palma puede ser el reflejo del malestar vital y existencial, de la nostalgia o escenario de vivencias personales».
Así las cosas, Llauger reconoce que en los últimos tiempos hay una serie de motivos recurrentes: la «despersonalización de Palma» y su transformación en un «no-lugar». Eso sí, avisa Llauger, con «distintos énfasis y ópticas». Algunos ejemplos serían Llorenç Moyà, Sebastià Perelló, Jaume Pomar o Damià Pons.
Otro aspecto a destacar es que los poemas de la antología se ambientan o inspiran en otros lugares que no conforman estrictamente el centro de Palma, como el barrio de Camp Redó, La Soledat o la Platja de Palma; aunque avisa que la Seu tiene un gran protagonismo. ¿Cuesta, a veces, querer a Palma? Llauger confiesa que, ciertamente, «en conjunto se desprende que Palma puede ser querida, pero que también, como cualquier ciudad, tiene sus momentos en los que se nos hace extraña y áspera, como intratable».