Con frecuencia, y por desgracia, se asocia la exaltación de la pasión, del placer y de la sensualidad con la juventud. Sin embargo, Àngels Cardona (Palma, 1951) afirma que es más bien al revés y que «es un mito que hay que desmitificar: La experiencia hace que una relación satisfactoria de empatía, respeto y amor mejore en muchos aspectos. En las relaciones íntimas, las corporales van mejorando con la edad». Lo demuestra en su nuevo poemario, Carnals, som (El Gall Editor). Este domingo, en Sant Jordi, firmará ejemplares en el estand de Lluna en la Plaça Major (de 12.00 a 13.00) y en el de Casa del Libro, en Marquès del Palmer (de 13.00 a 14.00).
Para Cardona, todas las personas tenemos la misma energía. «La frase tan manida de que la belleza está un cincuenta por ciento en el exterior y el otro cincuenta, en el interior es verdad; solamente hace falta descubrirla y hacerla crecer, algo que la edad hace posible», aclara.
Después del exhaustivo prólogo de Aina Ferrer Torrens, el poemario arranca con Eros y con el protagonismo de la figura de Safo, poeta que vivió en Lesbos entre los siglos VII y VI a.C. «Es una manera de reivindicarla, pues siempre que se hace referencia a ella es para hablar de lesbianismo, pero Safo estaba también muy implicada políticamente, estaba preocupada por la cultura y creó academias para enseñar a las jóvenes. No se suele sacar a la luz esta vertiente tan revolucionaria, de su manera de defender la poesía. En una época en la que imperaba la poesía épica, ella hizo poesía romántica. Es algo que sucede mucho con las mujeres: o somos invisibilizadas o solamente se muestran de nosotras las partes que interesan en un momento concreto», destaca.
Tras abordar el «amor sagrado», los versos pasan a retratar el desamor, entrando en la seguna parte, titulada Anteros, y que está encabezada por Sor Anna Maria del Santíssim Sagrament, la célebre monja lulista del siglo XVII. «Creo que las personas estamos hechas de blanco y negro y la vida también es así. Hay contradicciones y desamor, que también forma parte del amor», razona.
¿Qué sucede entonces, cuando no se nos corresponde? Para Cardona, es un aprendizaje y una manera de conocernos mejor. «El desencuentro total hace que te desencuentres contigo mismo, te desequilibra. De ahí que la parte final [Llindar] sea como juntar las dos partes. Está dentro del placer saber que lo otro existe y hay que ser capaz de transmitir la sensualidad a todo lo que te rodea», añade.
«Al final, la relación con la propia persona y con la otra se convierte en una relación universal y de placer poliédrico que se multiplica. Y, por desgracia, la gente joven no puede preocuparse de asuntos más vitales por culpa de la situación laboral», lamenta.
En este sentido, la poeta señala que, a raíz de la COVID-19, «nos dimos cuenta de lo fundamental que es el contacto entre las personas, porque no nos podíamos ver ni abrazar. Ahora, en esta época virtual en la que vivimos, también se ha perdido y diluido el contacto humano».
«Un amigo leyó el poemario y me dijo que le recordaba mucho al pensamiento del filósofo Martin Buber sobre la importancia de la comunicación y la creación de espacios llenos de significado. De hecho, para mí la poesía es esto último y sobre todo de cara a la mujer, susceptible de ser comprada y vendida, como una mercancía. El amor ha entrado dentro de este mercado y no hablemos de la pornografía. Para mí es muy importante reivindicar la sensualidad, el sugerir y respetar ante la pornografía, que es uno de los graves problemas de hoy en día», comenta, a la vez que insiste en que «las palabras tienen cuerpo y carnalidad, mucha fuerza y, las auténticas, salen de las entrañas».
En definitiva, Cardona propone un viaje que le supone un «tràngol excitant», algo que, lejos de ser negativo, para la autora califica de positivo: «La realidad es poliédrica, solo vemos lo que estamos preparados para ver». El próximo periplo, avanza, será por la destrucción del paisaje de la Isla, un tema tan delicado como ineludible.