Anapurna, alter ego artístico de Ana Sainz Quesada (Palma, 1990), se enfrenta al reto de dibujar un cómic histórico en Rebel·lió. La vaga de lloguers del 1931. Se trata de un volumen con guion de Francisco Sánchez que forma parte de la incipiente colección Barcelona, Memòria en Vinyetes que el Ajuntament de Barcelona ha puesto en marcha. De hecho, la alcaldesa de la Ciudad Condal, Ada Colau, firma el prólogo.
«En general, siempre dibujo todo lo que escribo y es la primera vez que otra persona se encarga del guion. En este sentido, ha sido una experiencia enriquecedora, pues es interesante ver cómo otra persona escribe y tú solamente tienes que dedicarte a dibujar. Ha sido como salir un poco de mí misma. Ahora bien, si puedo elegir, aunque lleve mucho más trabajo, prefiero hacer ambos trabajos, ser una autora completa», reconoce.
Rebel·lió, como bien indica el subtítulo, se centra en la huelga que tuvo lugar en Barcelona en 1931, en plena Segunda República y que tenía como precedente la Exposición Internacional de 1929. Miles de familias obreras dejaron de pagar el alquiler, que alcanzó precios inasumibles debido a la falta de viviendas por la llegada masiva de mano de obra, que había llegado a la Ciudad Condal para construir la infraestructura necesaria para celebrar la Exposición. «Es algo que también sucede hoy en día, con los precios abusivos de los alquileres y el problema de acceso a una vivienda digna. Lo interesante de esta colección que promueve el Ajuntament es que establece paralelismos entre pasado y presente y, además, dedica los libros a episodios históricos que han sucedido en Barcelona y que son poco conocidos por el público general», subraya.
Rigor
Así pues, el rigor histórico era clave para el proyecto, algo también nuevo para la autora mallorquina. «El proceso de documentación ha sido exhaustivo y además difícil porque apenas hay imágenes de esa época; faltaba mucha documentación gráfica. Al final, me he inspirado en fotografías de entre los años 20 y 50 y, a partir de ahí, he hecho un compendio para imaginar cómo era», aclara.
«Una historia ficticia también tiene que ser creíble, todo tiene que serlo, pero no basta que sea creíble narrativamente, sino también históricamente. Las historias propias no tienen que responder a ningún polígrafo, no tienes esa presión, pero en este caso sí y eso es una presión añadida», razona.
Por otra parte, Anapurna está ultimando los detalles de lo que será su próximo proyecto personal: Norbu. «He estado trabajando siete años en este cómic, porque realmente no puedes vivir de ello». De momento, está previsto que vea la luz en 2024 en Francia con el sello Ça et La, que ya publicó su debut en novela gráfica, Chucrut, y que en español lanzó Salamandra. «Luego, a ver si hay suerte y alguna casa española se interesa por editarlo aquí. Lo he intentado varias veces y en la mayoría de casos me dicen que les interesa, pero que no les encaja; lo encuentran arriesgado», cuenta.
«La verdad es que es una historia muy poética, narrativamente compleja. No es humor gráfico, un género que parece que ahora está al alza, ni tampoco una biografía de alguien conocido. En definitiva, es un cómic muy artístico. Lamentablemente hoy en día eres poeta de Twitter y te publican un libro. Esto no es poesía, pero en muchos aspectos se parece, porque no son géneros o lenguajes muy mainstreams. Lo importante es que tengas seguidores, porque los grandes sellos lo ven como una apuesta segura. Sin embargo, paradójicamente, existen pequeñas editoriales que hacen un gran trabajo, por puro amor al arte casi siempre, ya que el cómic está muy mal pagado», medita.
Enseñanza
Mientras, Anapurna se dedica a la enseñanza como profesora de cerámica en Mixing Soup, en Son Ferriol. De hecho, está preparando una exposición para el espacio Panorama Bar Bazar de Palma. «Pasar de lo bidimensional, del dibujo a la cerámica y hacerlo al revés es como establecer diálogos.
Ahora también hago cómics con cajas de fang», cuenta. Asimismo, también imparte clases a personas con discapacidad y forma parte de un proyecto de LADAT Studios, de la UIB, con personas con Trastornos del Espectro Autista (TEA). «Me gusta mucho la forma en que ven el mundo, con ojos de niño, de forma inocente y naíf», explica. «Me encuentro en un punto de equilibrio entre la creación propia y la enseñanza para la creación, dos mundos que se retroalimentan y que es un flujo de energía muy estimulante».