Anapurna se considera un «espíritu punky», practicante del ‘hazlo tú mismo' y amante de los fanzines. Su trabajo se aleja de esa «cultura mainstream y de fast food» en la que el lector se «infantiliza» o se «infravalora». «Me gusta que el lector se fije en los detalles, no dárselo todo masticado». Ana Sainz Quesada (Palma, 1990), nombre que se esconde tras este bautizo artístico, empezó a despuntar con tan solo 23 años al ilustrar el libro Aquí viven leones (Penguin Random House, 2015), de Fernando Savater y Sara Torres y, en esa misma época, su obra Chucrut fue distinguida con el premio de Novela Gráfica FNAC-Salamandra. Ahora, Anapurna figura en el proyecto Illustrating Spain in the US de la embajada cultural española en Washington mientras trabaja en su segunda novela gráfica, Norbu, que publicará la editorial francesa Ça et La.
Respecto a la propuesta internacional, se trata de una iniciativa coordinada por la reconocida escritora Ana Merino, también profesora en la Universidad de Iowa, en la que creadores españoles ahondan en la historia de las relaciones entre España y Estados Unidos a través de textos e imágenes. Cada mes, desde este mes de febrero y hasta agosto, se publicará un cómic en formato digital en la página web www.spainculture.us, que será descargable y gratuito. Además de Anapurna, también participan Max, Ana Penyas, Carla Berrocal y Sonia Pulido, entre otros.
El trabajo de Anapurna ha sido el que ha inaugurado estas entregas bajo el título The Spanish Philological and Literary Legacy (el legado filológico y literario español), que hace hincapié en el hispanismo. Además del cómic de Anapurna, esta primera parte incluye un artículo de la investigadora y experta en la materia Lucía Cotarelo.
«Cuando me dijeron que me tocaba tratar el tema del hispanismo, pensé que podía hablar de exilio y de la influencia de artistas y escritores españoles en Estados Unidos. Después de hablar con Ana [Merino] y Lucía [Cotarelo] y de investigar mucho, me encontré con la figura de la poeta Concha Zardoya, que formaría parte de la Generación del 27, aunque nunca fue muy reconocida. En la posguerra viajó a Estados Unidos, donde ejerció de profesora en varias universidades. Su poemario El desterrado ensueño habla de estas cuestiones y de su lectura me inspiré para elaborar el cómic», detalla.
Ruptura
La próxima novela gráfica de Anapurna, que espera poder terminar este verano, se titulará Norbu, «una palabra tibetana que se podría traducir como ‘joya'» y en el que abordará un relato de una ruptura sentimental con un formato muy original.
«La primera visión se titulará El libro de Marc, con un tipo de narración soliloquio. La segunda, El libro de Astrid, se basará en la acción a partir del diálogo. Entre ambos, se situará un epílogo contado por un narrador omnisciente, observador de las historias», precisa. Lo interesante es que Norbu contará con dos portadas diferentes y su lectura podrá hacerse en dos direcciones, juntándose y uniéndose en el epílogo. «Es un juego de edición muy corriente en el ámbito de los fanzines», señala la novelista gráfica.
Sobre su manera de encarar el arte y su trabajo, Anapurna advierte que «me considero más una narradora gráfica que otra cosa, pues para mí son igual de importantes el texto y la imagen, por ahora, no concibo uno sin el otro». «Me gustan los textos cortos, que apelan a los sentidos y me interesa representarlos con palabras y dibujos, trabajando al máximo el detalle, prestando atención a los gestos que parecen tan cotidianos pero que en mis obras tienen importancia», matiza Anapurna.
Echando la vista atrás, la artista palmesana confiesa que «mis obras eran muy cinematográficas, por los planos y las secuencias que había, algo que todavía sigue presente hoy, aunque ahora me interesa más lo onírico, dando mucha importancia al texto, al que considero como prosa poética». «Me gusta jugar con esa ambivalencia».