Los cuadros donados a la Universitat de les Illes Balears (UIB) hace 35 años y posteriormente perdidos se exhibieron en varias exposiciones antes de que se les perdiera la pista, según ha indicado este viernes el rector, Jaume Carot. Se trata de cuatro obras de Miquel Barceló, José María Sicilia, José Manuel Broto y Xavier Mariscal, de las cuales ya se ha localizado la del primero de ellos. Fueron donadas en 1988 a la UIB y ahora se ha constatado su ausencia al trascender que el Barceló iba a subastarse.
Preguntado por este asunto durante un acto, Carot ha indicado que aunque han podido comprobar fehacientemente la donación, realmente «no hay constancia de que hayan entrado nunca en la universidad». Según las fuentes consultadas, no se ha podido comprobar si los cuadros llegaran a pasar, físicamente, por el campus. «No es que estuvieran aquí y alguien se los llevara», ha dicho Jaume Carot.
El rector ha añadido que, gracias a la hemeroteca, saben que estos cuadros se expusieron y en esas muestras figuraban como propiedad de la UIB, pero después se les pierde «la pista». Carot ha puntualizado que, en aquellas fechas, ni él ni su antecesor en el cargo eran rectores, y de hecho él mismo y algunos miembros de su equipo ni siquiera habían llegado a la UIB. En cuanto al Barceló que sí se ha localizado, el rector ha recordado que fue la subasta de la obra la que permitió detectar la desaparición de los cuatro cuadros. Carot ha confirmado que está en manos de una mujer, que «lo compró», y que ha accedido a entregarlo sin querer «nada a cambio».
Esta persona tampoco va a «poner ninguna denuncia» y el rector ha preferido no revelar su identidad dado que «probablemente no tenga responsabilidad directa» en lo ocurrido. Cómo llegó esta obra de arte a estar en venta es una de las líneas de investigación más prometedoras para intentar esclarecer esta desaparición. «Si todo va bien», la UIB espera recuperar el cuadro de Barceló el próximo lunes.
Por su parte, la UIB sí va a poner en conocimiento de la Policía Nacional mediante una denuncia cuando haya terminado de recabar toda la documentación posible. Para ello, ha contactado con los cuatro artistas para que firmen un documento que acredite que hicieron la donación a la UIB hace 35 años, y que por tanto, las obras le pertenecen.
Con estos documentos, la UIB podrá iniciar los pasos legales necesarios para recuperar este patrimonio, «que es al mismo tiempo, un patrimonio social vinculado a la historia de Mallorca» por su trasfondo.
Origen en una campaña ecologista
Los cuadros proceden de una campaña impulsada por el grupo ecologista GOB en 1988, bajo el lema 'Sa Canova contra Ravena', para impedir la construcción de un complejo urbanístico por parte de la empresa Ravena en la finca de Sa Canova, en la costa de Artà.
El artista Miquel Barceló promovió que un colectivo de artistas donara una obra original para hacer carteles y recaudar fondos para la campaña. Además de los cuatro pintores ya mencionados, también participaron Antoni Tàpies y Miguel Ángel Campano.
Sin embargo, esta donación no consta documentalmente en los archivos de la UIB. La entrega, que se hizo de forma desinteresada, quedó reflejada en la prensa de la época, aunque la Universidad ha matizado que los periódicos hablaron erróneamente de una adquisición.
De esas seis obras, sólo dos, las de Campano y Tàpies, están incluidas en el inventario artístico de la UIB y permanecen en el campus. De hecho, el cuadro de Tàpies preside la sala del consejo de dirección.
Del resto, en cambio, su recorrido es totalmente desconocido. «No sabemos ni siquiera si estuvieron colgados, no tenemos ninguna información», explicaba este jueves a Europa Press la vicerrectora de Proyección Cultural y Universidad Abierta de la UIB, Magdalena Brotons.
En un inventario elaborado hace pocos años, «muy parcial e incompleto», no hay ni rastro de ellos, si bien para entonces hacía tiempo que los cuadros ya no estaban localizados. La UIB no detectó esta ausencia hasta el pasado febrero, cuando le llegó información acerca de que la obra de Miquel Barceló iba a salir a subasta. Por ello, la universidad requirió de forma urgente a la casa de subastas que paralizase la venta pública y contactó con la persona depositaria, una propietaria particular.