El cineasta aragonés Carlos Saura ha fallecido este viernes a los 91 años en Madrid, un día antes de recibir un Goya de honor en la ceremonia de los premios de la Academia de Cine. Nacido en 1932 en Huesca, Saura es autor de cintas míticas del cine español como «La caza», «La prima Angélica», «Cría cuervos» y «Ay, Carmela». El cineasta iba a ser distinguido el sábado con el Goya de Honor en la gala de entrega de estos galardones en Sevilla por «haber dado forma a la historia del cine español moderno» y por «su extensa y personalísima aportación a la historia del cine español desde finales de los 50 hasta hoy».
Según han contado fuentes a la familia de Saura, cuya salud había empeorado en los últimos ocho días desde la caída sufrida en septiembre pasado, el cineasta se ha podido despedir de su familia y amigos y lo había dejado «todo organizado», porque quería morir en casa. Por este motivo, y por «expreso deseo» del director, han ido a Sevilla su hija y su hijo, Anna y Antonio -su esposa lo iba a hacer mañana- para recoger el premio en su nombre. Pese a su estado de salud Saura estrenó hace solo unos días su última obra, el documental «Las paredes hablan», donde reflexiona sobre el origen de la pulsión artística. Con motivo de este estreno, en declaraciones, el aragonés afirmó que lo primero que vio en su vida fueron las películas «de Walt Disney», así como explicó, en referencia a su último trabajo, que «el arte y la creación del arte son parte de la esencia del ser humano, por mucho que pasen los años, por mucho que cambien las épocas o las modas».
Respecto a su recuerdo de por qué decidió dedicarse al cine Saura contó que en su casa, «en la medida de lo que se podía», se fomentaban las artes porque su madre era pianista, «aunque nunca quiso que ninguno de los hermanos nos dedicáramos a eso porque decía que era muy duro». «Poco a poco me fui desarrollando como fotógrafo, fui al festival de Granada como fotógrafo oficial y ahí empecé a moverme en el mundillo, pero nunca me hubiera imaginado dirigir más de 50 películas, haber dirigido ópera, teatro, haber hecho exposiciones de fotos, haber publicado novelas… ya se sabe 'a la vejez, viruelas'», añadió. Hoy el cine español se despide de un cineasta que no hizo cine «para agradar a nadie o para recibir reconocimiento», sino porque le «gustaba», porque a través de pudo contar las historias que se le «ocurrían» y «jugar con la música». Eso sí, para Saura recibir el Goya de Honor era una «gran alegría».