La soprano rusa Katerina Kovanji asegura que siempre tiene «música en la cabeza». No es para menos puesto que no duda en calificar este arte como su «vida», y por ella ha viajado a Mallorca para actuar por partida triple en el festival MallorcÒpera este fin de semana. La primera de estas citas será el viernes en el Centre de culturaSa Nostra para ir luego a Pollença y, después, a Felanitx, donde la recaudación será destinada a ayuda humanitaria del pueblo ucraniano.
Kovanji, que nació en San Petersburgo, no pudo volar directamente desde Rusia, sino que tuvo que hacer escala en Tallín. Un rodeo producido por el conflicto bélico que su país, Rusia, ha iniciado con Ucrania. Una situación que la soprano asegura que «tiene preocupada a la gente en Rusia porque todos tenemos familiares en Ucrania y viceversa». Además, explica que «solemos decir que la frontera entre ambos países no está en el suelo, sino en el corazón porque estamos muy unidos culturalmente».
Frente a la situación, Kovanji reivindica el papel de la música como «lenguaje de amor universal» que es capaz de «unir» a la gente. De hecho, según detalla la mezzosoprano, «cuando vas a un sitio a cantar lo haces por amor a lo que haces y a los compañeros y el público, porque amamos la música y vivimos por ella».
A pesar de todo, Kovanji no oculta cierta preocupación ante el hecho de que la guerra afecte a los artistas y al arte ruso en el exterior, aunque, al mismo tiempo, «espero que no ocurra y que nuestra cultura permanezca por su valor», resumiéndolo todo en una frase: «Tchaikovsky siempre será Tchaikovsky».
Kovanji, ante esta situación, indica que lleva «unos diez años viajando por Europa y cantando», por lo que puede tener más sencillo el seguir «haciendo lo que me gusta», aunque no disimula que «igual es más difícil para otros artistas que no han salido de Rusia hasta ahora».
En la que es su primera visita a la Isla, la cantante, que es la presidenta del concurso Corsica Lírica y que ha trabajado en la recuperación de la música tradicional corsa, como un ejemplo de su amor a las diferentes culturas y los distintos idiomas, compartirá escenario con Joan Laínez, tenor que se proclamó precisamente ganador del concurso de Córcega el año pasado.
Ambos formarán una pareja de «voces extremas» para cantar a Mascagni y Bizet con la de ella capaz de «llegar a agudos muy bonitos y graves muy importantes», con un estilo rossiniano, que invita a «creer en un mundo ideal», uno en el que el sonido de los bombardeos sea sustituido por el de las arias de la ópera.