Cuando en el siglo XVI, en pleno papado de Julio II, se desenterró el conocido como torso de Belvedere, lo que quedaba de una escultura de un hombre desnudo firmado por Apolonio entre los siglos I y II antes de Cristo, esta figura generó debate y reflexiones en grandes artistas de la época. Entre ellos, el propio Miguel Ángel, quien al ver la clara incompletud de la obra, se negó a restaurarla, poniendo de relieve no solo que acabó siendo, una obra incompleta, sino también lo que fue y ya no era. Esta misma pieza es la «joya» de Non finito. El arte de lo inacabado, y reina en una de las salas de esta interesante muestra que acoge CaixaForum Palma bajo el comisariado de María Bolaños, directora del Museo Nacional de Escultura y que desde hoy da cabida a 85 obras de arte de varios periodos, nombres y procedencias con un denominador común: están inacabadas, interrumpidas o fragmentadas.
La propia Bolaños, junto a Isabel Salgado, directora del Àrea d'Exposicions i Col·lecció de la Fundació la Caixa, y a Margarita Pérez-Villegas, directora de CaixaForum Palma, ofreció elementos de la narrativa que da coherencia al recorrido expositivo que se separa en varias salas con las que «se explora la obra inacabada de manera global». Así pues, Non finito ofrece «lecturas, direcciones y posibilidades varias». Bolaños, además, invita al público, entendido o no, a visitar la muestra ya que «puede gustar a todos».
La comisaria también manifestó su «alegría y satisfacción» por poder «estar aquí ahora» e hizo hincapié en la sintonía mostrada entre las instituciones que han trabajado juntas para hacer posible la muestra. Entre ellas, destacan el Museo Nacional de Escultura, el British Museum, el Reina Sofía o el Pompidou de París, entre muchos otros, que han prestado obras que van desde El Greco a Miró pasando por Sorolla, Chillida, Duchamp, Rembrandt, Fellini o Buster Keaton, configurando un itinerario «multidisciplinar» en el que «están todas las artes», como explica la comisaria.
Y todas comparten el patrón de lo inacabado, aquello que «está en los almacenes, sin llegar al cielo de la exposición, pero que creemos que permite entender mejor qué ocurre en el campo de la creación y en la mente del artista». Algunas de las piezas, que como decimos aúnan desde la pintura y la escultura hasta la escritura o el cine, «no han sido expuestas nunca antes».
Épocas
De este modo, uno de los objetivos de Non finito es el de conformar una «exposición poco asertiva» que provoque que «dudemos de nuestras propias convenciones» a través de un viaje por «tres épocas distintas, la Antigüedad, el Renacimiento y el siglo XX» y con paradas varias que tienden puentes entre «Babel y la utopia soviética»; «la ambición del artista y la obra que se desploma o es inacabable»; la «metamorfosis de piezas que no están quietas con estados yuxtapuestos»; o el contrapunto obvio de lo inacabado que es «lo infinito».
En resumidas cuentas, tal y como explicó Bolaños, se trata de «una exposición para desorientarnos, perdernos y alejarnos de las referencias habituales». O, dicho de otro modo, una invitación a descubrir que la obra de arte perfecta no es, necesariamente, la obra de arte acabada, o que algunas ideas tan en boga hoy en día, como el concepto de margen o el de fragmentario, ya estaban presentes en mentes muy lejanas de la modernidad como la de Plinio o Miguel Ángel.