«Quiero denunciar que me siento vigilado y amenazado por el secretario de la Fundació ACA, Miquel Àngel Tortell, que ha atentado contra mi privacidad en redes sociales y probablemente ha estado utilizando cuentas falsas. He sido utilizado para dar mi beneplácito como patrono al cambio de estatutos supuestamente democráticos que han resultado ser antidemocráticos». Son pallabas de Pedro Serra Payeras, quien trasladó éstas y otras acusaciones contra Tortell y la junta directiva de ACA en una misiva remitida al Protectorado de Fundaciones. «Lo que están haciendo no tiene nombre, clama al cielo», confesó el propio Serra ayer a este periódico.
En la citada carta, enviada al Protectorado de Fundaciones, Pedro Serra expone: «Los miembros de la junta directiva han abusado de mi confianza al haberme ocultado información y haberme utilizado durante estos años para tener mi firma en reuniones de Patronato, como a ellos les ha convenido a base de una dinámica de potenciar las peleas y camuflar sus verdaderos intereses: apropiarse del control de la fundación para su propio beneficio».
Manipulado
En este sentido, el patrono de ACA reconoce «haber actuado de buena fe y haber sido manipulado al hacerme firmar la vorágine de actas y papeleo. Más de una vez he solicitado que se graben las reuniones para tener una prueba veraz de lo que se dice y la solicitud ha sido siempre ignorada». «He sido utilizado para dar mi beneplácito como patrono al cambio de estatutos supuestamente democráticos que han resultado ser antidemocráticos», sostiene.
Sobre las acusaciones contra Tortell, Pedro Serra Payeras afirma que «puedo aportar ‘pantallazos' de los comentarios de Facebook, mensajes de Whatsapp y registro de llamadas». Además, expone que «soy testigo de que Antoni Caimari Alomar [alma máter de la Fundació y fallecido el pasado 27 de febrero] no quería saber nada del secretario [Tortell] ni de su supuesto amigo de confianza, el señor Jaume Pellicer [miembro de la junta directiva]». «Ahora entiendo por qué perdía los nervios en las reuniones del Patronato. El pobre hombre fue intimidado, presionado y le habían hecho creer en la amenaza de un concurso de acreedores. Lo asustaron», narra.
Sobre el trato recibido por Antoni Caimari Alomar en sus últimos días, Serra se muestra contundente: «Ahora soy consciente de que la junta directiva le negó las dietas por tickets con los que él intentaba sobrevivir. Algunos bares del pueblo de Búger le invitaban al café con leche del desayuno por cariño y proximidad». Afirma que «se le dio de baja en la Seguridad Social antes de que hubiera cotizado el tiempo suficiente para cobrar una pensión digna. Se le humilló afirmando que era su culpa no haber pagado los dos años de autónomos que faltaban». Por eso, Caimari acabó en la más absoluta miseria. Una fundación con casi más de 150.000 euros anuales de presupuesto y burdas excusas legales. ¿Qué legislación prohíbe ayudar a un anciano, al hombre que lo donó todo a ACA?».
Denuncia también que en la Fundació ACA «hay unas cámaras de vigilancia en las instalaciones que atentan contra la privacidad, controlando quién entra y quien sale». Además, cuenta que «no se hacen actividades y a eso se le podría llamar malversación de fondos al mantener unas instalaciones que cuestan 150.000 euros anuales y que ahora parecen un cementerio, porque no se hace nada. Solamente algunas actividades anuales para justificar la subvención».
Acusaciones
Este diario contactó ayer con Miquel Àngel Tortell, quien niega todas las acusaciones. Sobre la presunta vigilancia, el secretario de la Fundació ACA explica que las cámaras existen en la entidad de Búger para «garantizar la seguridad» de las instalaciones. En cuanto a las amenazas, Tortell narra que «simplemente le dije que las reuniones del Patronato no se pueden grabar por un tema de protección de datos que él mismo había firmado». Tortell considera, además, que el escritor y editor «Basilio Baltasar, amigo de Caimari, está detrás de este linchamiento digital y mediático».