A finales del siglo XIX, el conde de Peralada, Tomás de Rocabertí, encargó unos tapices para embellecer el altar mayor de la iglesia del convento del Carmen de Peralada, en Girona, donde residía en un castillo propiedad de su familia desde que el condado les fuera concedido en 1599. Así, en 1894, seis magníficos recamados, con escudos y otros coloridos ornamentos, pudieron engalanar la zona de culto. Ahora, 126 años después, las historiadoras Inés Padrosa y Ángela Garcias i Truyols han logrado desvelar la doble autoría mallorquina de los bordados en relieve en oro y plata que forman parte del patrimonio histórico artístico balear.
La calidad de los blasones fue reconocida en la Exposición Internacional de Barcelona en el año 1896 con una mención honorífica. La sorpresa fue mayúscula para Padrosa, archivera de la Biblioteca del Castillo de Peralada, cuando dio con el documento de admisión de los recamados en la muestra. El diseñador era el gran pintor mallorquín Fausto Morell i Bellet y, la bordadora, Melitona Romero y Herrera, también de la Isla.
Casualidades
La investigación ha revelado más casualidades. La historiadora Garcias i Truyols, condesa Pálffy ab Erdöd, residente en Palma, ha aportado nuevos datos sobre la autoría. La gran curiosidad es que ella es biznieta de Fausto Morell i Bellet (1851-1928), destacado artista de la corriente ecléctica de la pintura mallorquina del siglo XIX, hijo del también pintor Fausto Morell i Orlandis, marqués de Solleric.
Garcias i Truyols se involucró en la investigación al conocer la autoría de su bisabuelo y la coincidencia de materiales entre los tapices y su vestido de novia, también bordado en oro y plata. «Me casé con un vestido de dama mallorquina, imitando a la primera marquesa de la Casa La Torre, de quien tengo cuadros y le dije a mi madre, que falleció cuando yo tenía 14 años, que cuando me casara lo haría con un vestido como ese», explica la condesa. Ella, también genealogista, ha descubierto aspectos de la biografía de la bordadora, localizando sus partidas de nacimiento y defunción, lo que en la investigación histórica adquiere alto valor y se conoce como «fechas extremas». Melitona Romero nació y fue bautizada en Andratx el 31 de mayo de 1846. Su padre, Francisco Romero, procedía de Elda, en el Reyno de Valencia, y su madre, Leocadia Herrera, de Alameda de la Sagra, en el Reyno de Toledo. Cuando participó en la Expo estaba domiciliada en la calle Concepción de Palma. Falleció el 23 de septiembre de 1920. No hay ninguna foto suya, pero está enterrada en una tumba familiar en el cementerio de la capital balear.
Melitona Romero debió ser muy virtuosa. En 1893 había sido distinguida con una medalla de bronce y un diploma en la Exposición Universal de Chicago, en concreto por un «recamado de terciopelo bordado con escudo de armas y vestido del niño Jesús bordado en oro», según constaba en el catálogo oficial en inglés de la época. «Creo que el dato de su participación en Chicago nos podría llevar a relacionar a Melitona con el Colegio de las Religiosas de Pureza de María de Palma, porque alumnas suyas participaron en tres exposiciones universales: París, en 1878; Barcelona, en 1888, y Chicago, en 1893. Sin embargo, en los archivos del colegio no aparece su nombre», señala Padrosa.
Conexiones
La historia de los tapices tiene interesantes conexiones de la nobleza mallorquina que llegan a la actualidad. La historiadora Ángela Garcias i Truyols es condesa Pálffy ab Erdöd, tras casarse en segundas nupcias con el conde Andor, de origen austrohúngaro y Sacro Imperio Romano Germánico. Ambos residen en el casco histórico de Palma, en un palacete del siglo XIV que adquirieron hace más de tres décadas y que han rehabilitado, bautizado como ‘Can Caldés', en referencia a uno de los propietarios anteriores, Pere de Caldés, protegido del Rei en Jaume. Al parecer en esa casona vivió del gran cartógrafo mallorquín Jafuda Cresques, de origen judío, quien se cree que coordinó los descubrimientos marítimos de la escuela naval de Sagres en el siglo XV. Era hijo de Abraham Cresques, nacido también en Mallorca, y ambos, padre e hijo, fueron probablemente los autores del famoso Atlas Catalán de 1375. El bisabuelo de Ángela, Fausto Morell i Bellet, era marqués de Solleric, nombre con el que se conoce al palacete familiar que en 1975 adquirió el Ayuntamiento de Palma y actualmente se destina a exposiciones: Casal Solleric o Can Morell. Él diseñó los tapices cuya historia se plasma en este reportaje y que hoy descansan entre las paredes del Castillo de Peralada, antigua residencia de los vizcondes de Rocabertí y condes de Peralada, uno de los linajes nobiliarios más importantes de Cataluña y Mallorca. «Esta estirpe que tiene su origen el siglo IX con Dalmau de Rocabertí, con el paso de los siglos ha sobresalido por sus vínculos con varios miembros de la realeza: el primero fue Jaume I, los condes Dalmau V y su hijo Jofre III acompañaron al rey a la conquista de Mallorca. A partir de este momento se inicia la relación con la Isla, relación que perdurará hasta la extinción de la casta, a finales del siglo XIX», explica Padrosa. «Los Rocabertí llevaban, también, otros apellidos como Verí, Boixadors, Cotoner, Pacs/Pax de forma que, estaban emparentados con varias familias mallorquinas de alto rango. Los últimos miembros de la estirpe fueron Tomás de Rocabertí, Antonio y Juana Adelaida de Rocabertí, casada con Ramón Despuig Fortuny, VIII conde de Montenegro, quien como sobrino del cardenal Despuig, fue heredero de Raixa. Al morir Juana Adelaida (en 1899), el último miembro de la estirpe, la propiedad pasó a Fernando Truyols, marqués de la Torre, y a José Despuig González de Valbuena», añade.
Casino
Actualmente, el palacio alberga un casino, un convento del siglo XIV y un museo y biblioteca con 200 incunables, 800 ejecutorias de nobleza y más de un millar de ediciones de El Quijote, en 33 idiomas. Pero el archivo de la familia fue trasladado a Palma, anexionándose al del marqués de la Torre. Hace pocos años, los descendientes lo ofrecieron al Govern balear y actualmente se puede consultar en el Arxiu del Regne de Mallorca. Además, en el Arxiu Municipal de Palma, del que hasta hace unos años era director Pere de Montaner, conde de Zavellà (uno de los títulos que ostentaban los Rocabertí), también se custodia documentación relacionada con los condes de Peralada, así como el archivo de Casa Vivot de Palma de Mallorca. Una historia de valioso patrimonio histórico artístico con Mallorca como emplazamiento esencial.