La figura del mallorquín Francisco Roca Simó (Palma, 1874-1940) se manifiesta en sus obras arquitectónicas como legado centenario a ambos lados del Atlántico. No fue el único diseñador de proyectos edilicios en arribar a Argentina dentro de la corriente emigratoria de principios del siglo XX. Su estancia temporal entre 1909 y 1915 con el paso del tiempo se ha cubierto con un manto de olvido bajo el cual asoman sus edificios hoy Patrimonio Cultural de la ciudad de Rosario. Formado en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid en Artes Plásticas, desarrolló sus aptitudes en pintura y escultura con las que acrecentó sus estudios de arquitectura, que le permitirían diseñar obras integrales en lo constructivo y decorativo.
Su generación recibió la influencia de las corrientes intelectuales de inicios del siglo XX y de los lenguajes arquitectónicos que surgían en Europa y se introducían en España. El cambio de siglo producía enormes cambios sociales y políticos que transformarían las corrientes de pensamiento y la vida de las naciones europeas y americanas. Se abría paso la modernidad dejando atrás los viejos esquemas frente al progreso del comercio y el surgimiento de una potente burguesía.
Primeros proyectos
En ese entorno inició sus primeros proyectos Roca Simó. Siendo todavía alumno, destacó con innumerables premios, medallas y distinciones. Su proyecto de monumento funerario a Pi i Margall (1905), presidente de la I República Española, en el Cementerio Civil de Madrid, tuvo que ser dirigido por el arquitecto De la Torre, pues Roca era aún alumno de Arquitectura.
Ya titulado regresa a Palma y las pocas opciones que había para recién egresados de la universidad eran un puesto en organismos públicos o ejercer la docencia. Su primera opción en 1906 es una plaza en la Escuela de Artes e Industrias de Palma. Allí se reuniría con profesores como Anglada Camarasa y otros artistas de la época con los que integraría un círculo artístico y de amistad desarrollando su vocación de acuarelista y paisajista. Luego, como arquitecto, realizó una enorme labor constructiva para la Diputación Provincial y el Ajuntament de Palma.
Hoy sus edificios son iconos del patrimonio urbano de Palma: Can Cassasayas (Pensión Menorquina), el Colegio de Notarios, Can Segura, Can Quetglas, Can Moll, Can Roca y gran
cantidad de viviendas particulares que poblaron el Terreno, la Bonanova y el Ensanche, construidas entre 1909 y 1930. En 1924 se trasladó a Madrid, donde levantó importantes edificios, pero nunca cerró su estudio en Palma, que continuó con sus proyectos.
De Mallorca a Argentina
En 1909 Roca emprende un viaje que le llevaría a establecerse en Argentina hasta 1915. En 1907 había contraído matrimonio en Palma con la hija de Juan Cabanellas, un importante empresario pollencí residente en Rosario. Estos lazos familiares le vincularon en la ciudad con la red emigratoria mallorquina que había desplegado con gran empeño actividades mercantiles y se había convertido en una sólida burguesía comercial. Por otro lado, Argentina ejercía un inmenso atractivo profesional y económico. Era una sociedad sin clases, un terreno fértil para que aquellos inmigrantes enriquecidos buscaran legitimarse social y económicamente con la euforia de los éxitos obtenidos. Así, también el país que surgía reclamaba un lugar como nación y centraba sus expectativas en los festejos del Centenario de 1910. Se lanzaron concursos internacionales para la construcción de pabellones tal como se conformaban en las exposiciones universales y una red de empresarios de origen español, reunidos en la Cámara Española de Comercio, Industria y Navegación, convocaron a sus pares a participar del evento del Centenario.
Estos inmensos atractivos llevaron a Roca a desplazarse hacia Argentina como una oportunidad de afianzarse profesionalmente. Fue en Rosario donde estos nuevos comerciantes mallorquines devenidos en mecenas arquitectónicos le encargaron sus viviendas y las sedes de sus negocios en el estilo modernista reinante entre la burguesía, y los edificios símbolo del asociasionismo que fundaron en Rosario.
Cabanellas, Colomar, Monserrat, Albertí, Cifre y emigrantes de otras regiones españolas escogieron como autoafirmación de su prestigio y de sus orígenes la arquitectura modernista de Francisco Roca Simó.
Iconos de la arquitectura
Sus obras arquitectónicas convertidas en iconos de Rosario son su marca cultural. Han sido catalogadas como la mayor expresión del movimiento modernista fuera de España, creando un espacio de interacción entre ambas sociedades.
El Banco Escolar, la Casa de España, el Edificio Remonda Monserrat, el Club Español, el Palacio Cabanellas y Panadería La Europea son una obra de consulta en piedra para entender y comprender la vida cotidiana de sus habitantes y del patronazgo que esta burguesía ejerció en la arquitectura de esta ciudad argentina.
Francisco Roca Simó fue el primer arquitecto mallorquín del siglo XX en realizar una transferencia cultural entre estos espacios. Sus edificios en Palma y Rosario nos permiten leer en este relato arquitectónico la vida en estas ciudades a comienzos del siglo pasado. En cada detalle de estos centenarios edificios podemos leer la historia construida y almacenada en nuestra memoria como sociedades que hoy constituye nuestro valioso patrimonio cultural.
Club Español
Se trata de un edificio de cuatro plantas de gran magnitud y fachada monumental. Es una enorme caja que contiene un eje centrado en el hall techado por un gigantesco lucernario en forma de pirámide rematado por una cúpula en hierro y vidrio con motivos ornamentales zoomorfos, antropomorfos y heráldicos cuyo centro ocupa el escudo de España, y una escalera imperial de mármol que asciende al piso superior rodeada por columnas y estatuas en bronce.
La fachada completa el triple eje central con marquesina y remates en hierro, profusamente decorada con bajorrelieves florales. En el primer piso tres vanos con balconadas semicirculares y atlantes permiten el paso de la luz al salón principal a través de enormes vitrales representando el Amanecer, el Día y la Noche. El coronamiento de la fachada se destaca por un enorme escudo de España con símbolos históricos: la corona real, el águila bicéfala de Carlos V, el Toisón de Oro y el escudo de armas de la monarquía reinante en 1912, flanqueado por dos colosales leones que representan a España. Por sus valores arquitectónicos, artísticos y culturales, este edificio de firma mallorquina fue declarado por el Gobierno argentino Monumento Histórico Nacional por Ley Nº 25898 /200.
Además del Club Español, otros edificios singulares obra del arquitecto Roca Simó destacan en Rosario. El Palacio Cabanellas presenta una fachada con poca ornamentación, almohadillado clásico y zócalo en mármol, balcones curvos con herrería de obra en el primer y cuarto piso y balaustradas en los demás. Lo decorativo son los balcones con saliente ondulante de la cuarta planta y el remate ondulante del superior. El eje central en esquina se alza en un basamento circular que sostiene un mirador rematado en una gran cúpula con decoración de herrería, pararrayos y veleta. Destaca en el centro el escudo balear que simboliza el origen del propietario.
Casa de España
La Casa de España cuenta con una fachada central con balcón semicircular, arcos de medio punto y mirador con emblema heráldico español que simboliza la unidad de España. Es un edificio con fachada y laterales muy trabajados de marcado estilo modernista con elementos del lenguaje histórico, motivos heráldicos, arcos de medio punto y pilastras, columnas, vidrios coloreados, atlantes, blasones, guardas geométricas y florales. Cada piso es una unidad diferente en forma y decoración.
Otro edificio clave en la obra de Roca Simó es el de la Panadería La Europea, con una fachada con base y zócalo alto en dos tonos. En vanos, puertas vaivén y persianas de chapa doblada. En los pilares alineados a los vanos destacan guardas de cerámica con dibujos florales y geométricos repetidos en remates de esquinas. El coronamiento es un cuerpo central con el nombre del establecimiento sobre fondo de vidrio coloreado, molduras y herrería. La escultura central representa el nacimiento del trigo y las angulares, los trabajadores del obrador elaborando pan. El salón de ventas está decorado con columnas, trabajos en hierro y vitrales. Por encima de la estructura emerge una enorme chimenea de ladrillo con detalles horizontales en mármol blanco.
El palacio Remonda Monserrat tiene una fachada marcada en tres espacios sucesivos de balcones semicirculares, vanos en material vítreo coloreado, pilastras y remate en pináculos decorados. El gran portal en herrería es de la fábrica Mackintosh, de Glasgow.
En cuanto al edificio Banco Escolar, Roca Simó proyectó el banco y las viviendas sobre un solar en esquina. Destaca la gran balconada de líneas modernistas ondulantes flanqueada por columnas toscanas. En los laterales, aberturas con balcón semicircular y pilastras. Remata el edificio un frontón con decoración floral y la cabeza de Mercurio, emblema del comercio.