Coco es hija de la editora de moda más poderosa y perversa del mundo, una mujer rica, ambiciosa e intransigente que ya va por su cuarto marido y no ha aflojado ni un milímetro su tensión a la hora de educar a sus dos hijas, a las que ha puesto nombres de grandes diseñadores (Coco y Cris). Por eso al arrancar esta historia la bella y buena Coco, una chica sencilla, está a punto de dirigirse hacia el altar del brazo de su padre para casarse con el pluscuamperfecto Jaime, tan guapo como millonario. Pero no es la novia feliz y emocionada que todos esperan ver, sino una chica aterrada, confusa y llena de dudas. Por eso su mejor amiga de toda la vida, Lola, una aristócrata ricachona camuflada tras un montón de rastas, ropajes hippies y maneras un poco bruscas, la saca de allí. La arrastra hasta el aeropuerto, con su vestido de novia de diseño exclusivo, y la sube a un avión con destino a... Costa Rica.
Allí la perfectamente delineada vida de Coco salta por los aires. Abandona sus tarjetas de crédito, su teléfono móvil, su traje de novia y su anillo de compromiso junto con esa historia de amor fallida que le deja mal sabor de boca, aunque lo primero que siente es culpa, responsabilidad y un sentido del deber para con su novio que no la deja respirar. Tiene que empezar de cero, con poquísimo dinero –algo que desconoce– y en un lugar remoto perdido en los mapas: la deliciosa playa de Santa Teresa, donde los surfistas disfrutan del mar, las palmeras y las fiestas a la luz de la luna.
Un paraíso donde conocerá a un elenco de personajes de lo más jugoso: el adorable Chimuelo –es uno de los mejores–, que habla a través de las rancheras más trágicas entre cerveza y tequila; la dulce María, que sobrelleva el terror que le produce su exmarido, el dañino Kenneth, una sombra peligrosa que aparece cuando menos te lo esperas... y el guapérrimo Oliver, un chico que arrastra su dolor –una oscura historia sin resolver– sin encontrar consuelo, al que siempre acompaña Max, el perfecto compañero y amigo: su perro. Será este uno de los mejores hallazgos de Tú hoy no te casas.
María José Vela despliega a lo largo de sus páginas paisajes, conversaciones, escenas y situaciones en las que llegamos a sentir con empatía todo lo que les pasa a los personajes, pero sin duda la más notable seña de identidad es ese perro entrañable que habla casi con voz humana, sacándonos una sonrisa... o una carcajada. Este es un libro para desconectar de la rutina y disfrutar de esos lugares de ensueño adonde tantas veces hemos soñado con escapar. Ágil, divertido y con algunas sorpresas, su lectura se nos hará rápida y fresca, con golpes de risa, ternura y hasta tristeza. Si hay que ponerle algún ‘pero' sería el que encuentro en casi todas las historias románticas: qué difícil de creer me resulta que un corazón roto sane tan pronto y se lance con tanta confianza a una nueva experiencia amorosa. Será, siempre lo digo, que yo soy muy poco romántica.