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Pandemia de coronavirus

La industria del cine afronta tiempos extraños con medidas excepcionales

Imagen de una sala de cine llena hasta la última butaca, algo imposible de ver estos días de confinamiento.

| Palma |

«Hoy, el cine es sólo un sueño», decia Alfredo, el proyeccionista de Cinema Paradiso a su querido amigo Salvatore, movido por la crisis económica y la llegada de videoclubs. Esto ocurría en los 80, cuando no existía Internet ni había plataformas de streaming, y el cine sobrevivió. Pero ahora, el séptimo arte tal y como lo conocemos, se enfrenta a su mayor batalla.

Las salas españolas e italianas han hecho un fundido a negro que mantiene sus ventanillas bajadas y sus verjas subidas. El resto del mundo va por un camino similar. En la meca de lo audiovisual, Hollywood, se habla ya de pérdidas de 20.000 millones de dólares, según The Hollywood Reporter.

Filmes que debían estrenarse en estas fechas ven cómo sus fotogramas se congelan, como la nueva entrega de Fast and Furious o No Time To Die, de la saga James Bond, que se suman a los rodajes paralizados de Misión Imposible 7 o el biopic de Elivs Presley, suspendido tras el positivo en coronavirus de Tom Hanks.

Excepcionalidad

Y por si no fuera suficiente, hay que tener en cuenta cintas ya estrenadas que se han visto envueltas en la crisis, como Bloodshot o Sonic. De hecho, el desplome en las taquillas que siguen activas en EE.UU. apuntan a un 60,2% con respecto a la semana anterior y una recaudación de 50 millones, que supone la cantidad más baja desde 1994. Se espera que estos datos empeoren ante unas medidas restrictivas.

Circunstancias excepcionales requieren medidas excepcionales, piensan desde algunos sectores de la industria como es el caso del Club de Productores Europeos (EPC), presidido por el español Álvaro Longoria, que ha publicado un decálogo para paliar esta crisis que incluye el estreno de películas directamente en streaming, sin pasar por las salas de cine previamente, algo no permitido actualmente y que ya se está planteando. «Los exhibidores tendrán que ser compensados pero no tiene sentido que el efecto del cierre pase al resto de la industria», declaró. Estas medidas, que ya se han implantado en China y se proponen en EE.UU con el estreno online de Trolls 2, serían temporales, aunque pueden suponer un precedente que ponga en peligro la viabilidad de las salas.

Mallorca

Mientras, en la Isla todo sigue igual. Imágenes que parecen sacadas de una película, como la Catedral sin turistas o plazas y calles silenciadas conviven con salas de cine, como la Augusta o el Rívoli, con sus pantallas apagadas y sus asientos vacios. Desde Aficine aseguran que no hay preocupación y que las propuestas del Club de Productores Europeos «serían algo extraordinario». Están convencidos de que «las productoras no querrán renunciar a la comercialización que existe de una película por el momento».

Al no operar, aprovechan para «realizar una exhaustiva limpieza de nuestros locales» para que esté todo listo en la reapertura que, si bien carece de fecha, ubican en mayo. «Hay que tomarlo con tranquilidad», aseguran.

Sin duda corren tiempos nuevos que requieren ajustes, pero sin dejar a nadie por el camino y con la idea de que el cine no se convierta en un sueño o incluso una pesadilla, sin olvidar que, como dijo Alfred Hitchcock: «El cine son 400 butacas por llenar».

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