La parálisis se extiende por todos los rincones y ha inducido a un coma al mundo editorial. Con las librerías cerradas, las editoriales afrontan unos meses complicados y se mantienen a la expectativa de acontecimientos por una situación sin precedentes, y ponen de manifiesto que, aunque lo digital ha llegado para quedarse, los espacios físicos de siempre son los que mantienen vivo un sector que hay que proteger, porque de él se nutren las librerías y de ellas nos nutrimos todos».
Es claro al respecto Gracià Sánchez, de Gall Editor, quien confiesa: «No tenemos plan B. La situación nos ha cogido desprevenidos con toda la producción lista para Sant Jordi». Este horizonte poco alentador se agrava si se tiene en cuenta que «en Internet vendemos muy poca cosa», de manera que las pérdidas de estas semanas no volverán porque «es como una agencia de viajes, cuando todo pase la gente no viajará el triple ni leerá el doble».
Mismo escenario es el que se dibuja en Lleonard Muntaner Editor, desde donde Maria Muntaner detalla que «todo está parado» y coincide con su colega de El Gall: «No vamos a recuperar lo de ahora porque la gente no irá a comprar el doble». Desde allí intentan «avanzar otras cosas», pero son conscientes de que «acumularán novedades» que tendrán problemas para salir.
Sant Jordi
Desde Balèria, Guillem Rosselló celebra que Sant Jordi se realice «más adelante, porque la gente responderá» y, a través de un estoicismo cincelado por crisis económicas previas, tiene por seguro que «vamos a salir de ésta, pero la gente lo va a pasar muy mal. Si la economía sufre la cultura lo paga muy caro», detalla Rosselló.
Expectantes están en Ifeelbook, desde donde Miquel Horrach asegura que «somos optimistas, todo saldrá bien, pero será un fuerte golpe». Celebran el interés del IEB, que consideran «gratificante y muy positivo», y coinciden en destacar lo positivo de que «Sant Jordi se haga en otra fecha, aunque haya que adaptarse al calendario». Advierte de lo «difícil que es planear algo en un escenario tan volátil en el que no hay más remedio que esperar».
El calendario, a diferencia del país, no se detiene para Dolmen, como relata Vicente García: «Me estoy planteando créditos al banco, todo lo que tengo todo está en cajas». Aunque la experiencia es un grado, «tras 25 años hemos visto de todo, pero esto es nuevo». Sin embargo, se están adaptando y han puesto disponibles para descargar de forma gratuita varias obras y planean seguir haciéndolo «cada día». Un intento de ver el lado positivo: «A ver si la gente coge el hábito de leer, y ganamos algo de todo esto, además de la higiene».
Por último, desde Adia Edicions, Pau Vadell reconoce que al ser una editorial pequeña «el gasto en estructura no es muy grande, pero a nivel de ventas lo notaremos con un par de títulos que se comerán mucho stock». No obstante, mantiene las opciones abiertas para alternativas y quedan, como todos, «a la espera de ver cómo va todo».
Apoyo
Todas las editoriales consultadas han sido contactadas por el Institut d'Estudis Baleàrics, quien les ha mostrado su apoyo y se ha interesado por la situación y las pérdidas. Si bien agradecen el gesto, son prudentes y prefieren esperar «a ver en qué se traduce esto» y algunos reclaman «la intervención del Consell y el Govern» para paliar una situación que puede ser letal.