De admirador y alumno a compartir escenario juntos. Francisco Fullana y Midori ofrecerán este jueves un concierto junto a la Orquestra Simfònica de les Illes Balears (OSIB). Será a las 20.00, en el Auditórium de Palma, con un recital dedicado a Bach.
Tienen una relación muy especial. ¿Cómo se sienten ante esta experiencia de compartir escenario?
—Francisco Fullana: Siempre nos encontramos cómodos trabajando juntos. El trabajar tantos años juntos y durante tantas horas a la semana hace que haya mucha química. Y eso se nota en el escenario y, desde el punto de vista musical, ayuda mucho. He recibido clases de Midori desde 2010 y, en los últimos años, ha sido mi profesora de Graduate Certificate y Artist Diploma en la Universidad del Sur de California, en Los Ángeles.
—Mirodi: Creo que es muy bonito estar juntos en el escenario, haciendo música juntos. Igualmente, encima del escenario solamente hay música, es todo lo que importa, no hay nada más.
El programa que interpretaréis se centra en Bach. ¿A qué se debe esta elección?
—M.: La verdad es que hay poco repertorio para dos violines. No hay mucho donde elegir. Por otra parte, en esta modalidad, Bach es un clásico, son las composiciones más famosas.
—F.F.: Además, como es solamente una orquesta de cuerdas, tenía sentido hacerlo así. Siempre se intenta interpretar obras que compartan la misma instrumentación. Hemos trabajado mucho Bach y es un auténtico placer poderlo hacer aquí con la orquesta.
¿Cómo os habéis preparado para este concierto?
—F.F.: Estudiamos separadamente, aunque hemos interpretado estas piezas muchísimas veces con otras personas. Nos entendemos muy fácilmente.
Esa química en el escenario, ¿cómo se muestra?
—M.: No es algo que pueda verse o que tome una forma concreta, simplemente se siente. Y claro, también el público. Es algo que se nota muy claramente.
¿Cómo está siendo el proceso de toma de contacto con la Simfònica?
—M.: Este es el segundo día de grabación [por ayer] y creo que va bastante bien. Los sonidos llegan más plenamente, se vuelven más transparentes. Es muy placentero ver el progreso, la evolución tras estos tres días juntos, de ensayos y de concierto. Ver y percibir esos cambios es siempre algo muy especial, pues es algo vivo, como un organismo que va creciendo. Esa es la parte que más disfruto de la música.
¿Cuál es la parte o el aspecto más difícil a la hora de hacer música?
—M.: Como músicos, que trabajamos con la música, con los instrumentos, que aprendemos repertorio y a interpretar, la clave es aprender a escuchar. Eso siempre está en proceso y, tanto si es en trío, en orquesta o solista, lo importante es cómo nos escuchamos el uno al otro, cómo respondemos y eso afecta a cómo interactuamos. Hay muchísimas capas y detalles en esta escucha y tienes que hacerlo rápido.
—F.F.: Totalmente de acuerdo. En cada pieza, sea del estilo o del instrumento que sea, tiene muchas capas. Uno tiene que aprender a entrenarse para hacer, escuchar y reaccionar., rápidamente, en el momento. Hoy, además, parece más difícil concentrarse, pues hay muchas distracciones. Creo que es más fácil sobre el escenario, aunque si no trabajas cada día, si no entiendes que tienes que entregarte por completo a la música, no hay nada que hacer.
¿Qué proyectos de futuro tenéis?
—F.F.: En marzo tocaré en el Auditorio Nacional de Madrid con la Orquesta del Real Conservatorio y vamos a hacer un proyecto muy interesante, de la reacción musical sobre la muerte a través de los siglos.
—M.: Hay mucho por venir, dependerá de las circunstancias pero tengo mucho en la cabeza, mucho repertorio... Disfruto mucho de esta diversidad de actividades y proyectos.