El párroco de la iglesia de la Santa Creu de Palma, José Jaume Cañellas, espera desde el pasado noviembre que alguna administración, pública o eclesiástica, limpie las manchas de pintura roja vertidas sobre la puerta y fachada principales del templo. Este diario pudo saber ayer que, según la Llei de Patrimoni, en un edificio catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC), como sucede en este caso, es la propiedad del mismo la que está obligada a su «mantenimiento».
Cañellas cuenta que este tipo de pintadas son del mismo tipo que las que atentaron en 2016 contra la que fue una de las primeras iglesias de Palma cuyo origen, de estilo gótico, se remonta al siglo XIV. Tras «enviar cartas al Govern, el Consell dos veces, el Ajuntament de Palma y Nadal Bernat, responsable del patrimonio histórico y cultural de la Diócesis, no recibí ninguna respuesta». Por ese motivo califica de «inactividad» la postura de las administraciones para «restablecer la dignidad del edificio».
Cansado de esperar, Cañellas ha colgado en la puerta de la iglesia un cartel con una frase del rey Jaume I. «Tras la conquista de Mallorca, el rey se la dijo a sus caballeros porque hacían el tonto y no lo que tocaba». La frase es la siguiente: «Vergonya cavallers, vergonya».
Ultima Hora contactó con todas las administraciones citadas y todas, excepto el Obispado, respondieron a la llamada. Desde el Govern y el Ajuntament de Palma recordaron que con sus competencias no pueden hacer nada al ser un edificio catalogado. «No se puede ir a limpiar sin más, hace falta un permiso de Patrimoni del Consell».
Casualmente, Kika Coll, directora insular de Patrimoni Històric, se reunirá este jueves con Nadal Bernat y «hablaremos de este asunto, el Obispado tiene que quitar las pintadas porque ya llevan ahí mucho tiempo».