El portal lateral de la iglesia de Santa Creu, en Palma, fue objeto de una acto vandálico en noviembre de 2016. Esa fachada apareció con unas manchas rojas, seguramente por el impacto de bolsas llenas de pintura.
Más de un año después, las manchas siguen allí y avergüenzan a todo el que pasa por delante, pero a quien más avergüenzan es al rector, Josep Jaume, quien explica que «el pasado noviembre, pasado un año del acto vandálico, escribí a todas las instituciones: Cort, Consell, Govern y al propio Bisbat. La iglesia es un Bien de Interés Cultural y me parece bochornoso que, más de un año después, ninguna institución se haya interesado por posibles soluciones. Todavía no he recibido ninguna respuesta a mis escritos de noviembre, y por ello voy a insistir para ver si alguien muestra un mínimo interés».
Según el rector, «la parroquia, evidentemente, no tiene recursos económicos para hacerse cargo de la limpieza y restauración. Se trata de un elemento patrimonial protegido, y para abordar una actuación de estas características es necesario un proyecto técnico especializado. Creo que se puede comprender que la parroquia no puede asumir una actuación así».
Josep Jaume recuerda que «la Biblioteca de Can Sales, justo enfrente del portal manchado, fue objeto también de las pintadas de unos grafiteros. No sólo se limpiaron, sino que se localizó al culpable y se le multó. Desgraciadamente, aquí no ha pasado nada de eso».