Después de siete años, el cineasta David Carreras respira tranquilo. En 2009 inició un proyecto para Mallorca, ese festival de cine que la Isla siempre quiso y, según él, «nunca tendrá». Por aquello le imputaron en una pieza del ‘caso Ibatur', acusado por Anticorrupción de fraude en las subvenciones. Ha pasado siete años duros, complicados en lo profesional y en lo personal. «Me arruiné, mucha gente se quedó sin cobrar y ya no he vuelto a trabajar en España». Sonríe, por fin. Ha sido absuelto, la fiscalía ha retirado la acusación contra él. Pasa página.
Le han absuelto, ¿liberado?
— Sí, pero siento una mezcla de cosas. Esto se podría haber evitado, no tendría que haber ido nunca a juicio.
Vayamos al principio, ¿qué quería hacer usted aquí en Mallorca?
— Queríamos hacer un festival, se ha perdido una oportunidad buenísima para la Isla. Espero que algún día alguien se responsabilice de esto. No había ninguna razón para pararlo.
¿Cómo llegó el proyecto a Turisme?
— Me enteré de que estaban buscando proyectos para desestacionalizar el turismo. Pensé que un festival era perfecto. Hicimos un estudio, elaboramos un proyecto y lo presentamos. Se aceptó e hicimos todos los trabajos que estaban en los contratos. Era un proyecto de cuatro años en el que participaba la Administración; a partir del quinto, el festival se autofinanciaba.
¿Qué pasos se dieron?
—Elaboramos la programación e hicimos presentaciones en Londres, Madrid y Palma. Fuimos a Berlín, donde teníamos el apadrinamiento de su festival. Inexplicablemente, todo se paró.
¿Quién asumió el coste de todo?
— Yo. Se supone que eso se cobra si tienes un contrato firmado con la Administración en un país serio. Con ese contrato, los bancos te dan crédito para que puedas iniciar el proyecto hasta que cobras. Eso se hizo, pero cuando se paró todo, después de casi dos años de trabajo, nos quedamos con el culo al aire.
¿Por qué cree que pasó?
— Le habían puesto una serie de pleitos a Miquel Nadal [exconseller de Turisme], le echaron y, al llegar Joana Barceló, pararon el contrato. Alguna vez nos explicaron que debería haberse hecho de otra forma. Nuestra respuesta siempre fue que el contrato lo hicieron ellos, que lo arreglaran, pero lo pararon.
¿Reclamó el dinero?
— Sí. Pero no pagaron, hay gente que no ha cobrado y, encima, me vi metido en un proceso penal.
¿Y para usted qué consecuencias tuvo?
— Ruina, pérdida de un montón de cosas, pérdida de trabajo... Son siete años con esto encima. La gente te cuelga el Sambenito y ahí queda la duda.
¿Profesionalmente cómo lo ha vivido?
— No he vuelto a trabajar en España.
Ha trabajado en Alemania.
— Sí, antes ya trabajaba allí. Tardé dos años en recuperarme del golpe, me aparté un poco del circuito, lo pasé muy mal. Luego me puse en marcha, aunque siempre he tenido esto en la sombra.
¿A consecuencia de esto?
— Sí. En 2010 teníamos que hacer con el MAIFF la esponsorización de los Goya. Dos meses antes, tengo que decir a la Academia que no se iba a hacer. El mundo del cine es muy pequeño y una cosa así te dilapida. En Berlín también quedé fatal. El festival nos iba a apadrinar y conseguir eso es algo muy difícil...
¿Mallorca nunca tendrá un festival de estas características?
— No.
¿Espera alguna disculpa?
— No lo harán.
¿Se implicaría en un proyecto para Mallorca?
— Si hay políticos de por medio, no. No me fío de nadie.
¿Reclamará?
— Seguiré adelante con un contencioso administrativo para reclamar el dinero que me deben, y pagar las deudas, y pediré responsabilidades por los daños y perjuicios ocasionados.