Año 2000. Una canción esbelta, lírica y misteriosa (Locura de amor) tendía un puente entre el pop y el rock latino. Formaba parte de uno de los debuts más categóricos de los últimos años, Un reloj y una vela. Desde entonces, Antonio Orozco ha ido quemando etapas a toda velocidad, poniendo en circulación ocho proyectos más. El último lleva por título Destino, y es su trabajo más maduro hasta la fecha. Lo presentará en una doble cita en el Auditórium de Palma: este sábado y este domingo.
Se agradecen artistas comprometidos como Orozco, tipos que desde su torre de marfil sintonizan con la calle: «No creo en la política y mucho menos en los políticos, somos nosotros quienes debemos cambiar nuestro destino, ellos no lo van a hacer por nosotros», afirmaba en una entrevista a este diario. Pero, hablemos de música: Todo en Orozco es fogosidad, desde su entrada en escena, agarrando el micro al vuelo para abordar la primera canción, hasta los estribillos, construidos para levantar al público de sus asientos y sumirlos en un karaoke generalizado que apela a las emociones, expiaciones y anhelos.
Destino fija un punto de inflexión en la trayectoria del artista, hablamos de un álbum con un sonido radical, trufado de canciones rápidas y rockeras que confieren a su discografía un plus de intensidad. Lo integran diez cortes, más otro inédito, cantados al alimón junto a artistas de talla internacional. Formando, en suma, un mapa preciso, vivo y palpitante de una carrera marcada por el éxito. Un éxito que ha transformado su voz en una de las más reconocibles del concierto nacional.