Antonio Orozco (Barcelona, 1972) tiene parte de su vida en la Isla, más concretamente en el Mal Pas (Alcúdia), donde hace doce años abrió el restaurante 5 Océanos. Un año después de agotar las entradas en su último concierto en la Isla, el cantautor vuelve con su gira Destino, los días 2 y 3 de diciembre, al Auditòrium de Palma. Aunque ya no quedan localidades para la primera cita, todavía quedan localidades para el segundo recital, a pesar de que Orozco advierte que ya se ha vendido el 70 por ciento.
Un año después, vuelve a actuar ‘en casa'. ¿Lo echaba de menos?
— Lo normal sería venir cada dos años y medio por proyecto, pero hay mucha demanda. La gente de aquí nos tiene mucho cariño, nos lo hacen siempre todo muy fácil. El afán es siempre devolverle a una ciudad lo que ella te da, así que en esos días trataremos de devolvérselo todo.
Estos conciertos forman parte de su gira Destino. ¿Cree en él?
— Hace poco un amigo me dijo: ‘Cuánto más trabajo, más suerte tengo'. Al final, se trata de cada uno vaya construyéndoselo a su manera, adaptándolo a su vida y no al revés.
¿Está trabajando en otro proyecto?
— En quince días empezamos a grabar La Voz Kids. A largo plazo, no sabría qué decirle.
¿Cómo se adentró en el mundo de la televisión?
— No tengo la sensación de que algún día empezara, porque es un programa que habla de música. Me da la impresión de que ya habíamos hecho esto antes. Es muy divertido y los niños hacen que todo tenga un sentido muy especial.
Cuando uno ve estos programanas puede pensar que los niños están bajo una presión demasiado grande para su corta edad. Usted también empezó joven.
— Todo es tan relativo. Estos niños están destinados a compartir su vida con la música de una forma u otra. En muchos casos son niños prodigio y, en la mayoría de los casos, están jugando. Siempre hay alguno que tiene la tendencia natural de sufrir un poquito más, pero para muchos es una forma de jugar. Te aseguro que no hay ningún sufrimiento intrínseco.
¿Se considera un niño prodigio?
— Nada más lejos de la realidad. Me cuesta mucho desarrollar mi trabajo. Tengo que ser muy metódico para conseguir mis objetivos que casi siempre son muy complicados. Soy muy exigente conmigo mismo.
Ha cantado junto a Malú, Iván Ferreiro y Fonsi, entre otros. ¿Con qué artista le gustaría trabajar?
— No tengo miedos ni prejuicios a la hora de hacer cierta música, pero tengo muchos compañeros que sí. Hoy en día, en la fusión y en la búsqueda de cosas diferentes está lo único. No tengo problemas, me adapto a todo. Estoy muy feliz por el momento que le ha tocado vivir a mi compañero Fonsi, es abrumador. Consigue este grandísimo éxito porque, en algún momento de su carrera, dejó de tener prejuicios y creer que había algo nuevo que podía ofrecer.
Mucha gente piensa que la creatividad surge en los momentos de tristeza.
— Las canciones saben mucho más de tu vida que tú mismo. Si tienes ahí dentro algo guardado, una puerta que no se cerró, de repente, las canciones hablan de tí. Un día, una señora me dijo: ‘¿No deberías cantar canciones más alegres?'. Yo le contesté: ‘Señora, ¿no cree usted que debería vivir su vida de otra manera?'».