Si está harto de esas bandas que se toman demasiado en serio, del indie folk anodino y de la solemnidad del pop pretencioso, y además es de los que piensan que la frivolidad es encantadora, Papa Topo es su grupo. Directos, espontáneos y alejados del bostezo, el cuarteto presentará su nuevo disco, Ópalo Negro, en el Eskitsch Festival, un evento asentado en la Plaça Santa Margalida de Felanitx, que acercará la escena independiente a la Part Forana el próximo 15 de julio, a partir de las 22.00.
Papa Topo forma parte de una nueva generación que canta en castellano y prefiere la diversión a la distorsión, por mucho que en su repertorio se filtren ecos de My Bloody Valentine o Ride. «Hemos hecho del eclecticismo nuestro estilo, escucho muchísima música de cualquier época, lugar o género, y eso ha marcado mi forma de componer», expresa Adrià Arbona, líder del cuarteto catalano-mallorquín. Ópalo Negro es el fruto de una época convulsa del artista, «una serie de acontecimientos hicieron de mi vida una montaña rusa emocional, y el disco ha resultado una especie de diario íntimo en el que hablo sobre ese período».
Musicalmente, Papa Topo lleva a Camera Obscura en el retrovisor, mientras que en el apartado lírico se identifica con las visiones frívolas, de inocencia pueril, de Fresones Rebeldes. Lo que no impide que sus canciones sean perfectamente disfrutables, por lo liviano de sus arreglos y unos estribillos pegadizos «que intento que el oyente perciba como algo sencillo y natural». Y es que en ellos la intrascendencia es virtud, y su único objetivo disfrutar haciendo lo que más les gusta: tejer atmósferas de pop-punki que, aún transitando la ominosa sombra del revival, lucen frescas y carecen del ensimismamiento del indie pop ‘serio'.