De Daniel Carbonell Heras (Barcelona, 1972), conocido artísticamente por todos como Macaco, se dice que es un artista reivindicativo, pero el autor de éxitos como Moving lo tiene claro: «No sé si soy reivindicativo, yo solo digo lo que pienso». Tras estrenar en 2015 Historias tattooadas, su último disco, el próximo 15 de abril recalará en la sala Son Amar (carretera Palma - Soller, Km 10.8) para desvelar el repertorio de este trabajo, así como sus éxitos y «alguna que otra sorpresa», avanza Macaco. Comprometido «con lo que pasa en la calle» y, sobre todo, con todo lo relacionado con el medioambiente, el cantante habla de sus impresiones ante su actuación en la Isla.
—Tatuarse requiere un ejercicio de seguridad, es algo imborrable. ¿Tenía ese convencimiento con Historias tattooadas?
—Hablo de los tatuajes de una manera metafórica, que alude a los recuerdos, a lo que nos pasa en la vida, todas esas luces y sombras que se graban en el corazón y en la cabeza. Estas son unas cicatrices más importantes que los tatuajes físicos, que son tan solo decoración, una simbología. Mis canciones intentan ser crónicas de este mundo.
—Dicen que es su disco más romántico. De hecho, su pareja, Kira Miró, participa en uno de los temas.
—No creo que sea así, en muchos de mis discos el amor ha ido por bandera, es parte de mis vivencias como persona y, en consecuencia, de cómo me siento y así lo expreso. Siempre me han gustado poetas como Cohen, Dylan, Sabina, y ellos, como yo, hablan de amores agridulces, que son los verdaderos, no todo es maravilloso en el amor.
—Su música está marcada por el mestizaje. ¿Qué le atrae de esta fusión de estilos?
—Me gusta la fusión, pero sin confusiones, aunque en realidad no creo que sea algo extraño. Bob Marley ya lo hacía, grababa canciones muy pop, grandes estribillos que yo adoro, pero detrás había ‘chicha'. Me gusta que el estribillo esté marcado.
—Usted suele decir que no le gustan los extremos. ¿Qué opina de la actualidad política?
—Es muy triste ver a nuestros políticos pelear únicamente por el poder. Yo apuesto más por un abanico de colores. Lo positivo es que se ha roto el bipartidismo. Ahora, a ver qué pasa.