El exterior del recinto de Son Fusteret, plagado de botellas, bolsas y restos de comida, parece indicar que la noche anterior algunos jóvenes estuvieron de botellón por la zona. La realidad, sin embargo, tiene que ver con personas algo más jóvenes. Es el rastro que dejó la treintena de seguidores de Gemeliers tras una noche de acampada -en algunos casos hicieron hasta triplete-, a la espera de ver a sus héroes, los hermanos Jesús y Daniel Oviedo.
«Algunos han traído tiendas de campaña, pero no hemos dormido en toda la noche», explica, a gritos debido al ruido, Alicia Molino, de 12 años. «Nos lo hemos pasado muy bien cantando y hablando», añade una de las más fieles seguidoras del dúo, que cuando tiene que decidir qué es lo que más le gusta de los gemelos se queda con «todo».
«Hemos conocido a muchísima gente y hemos hecho nuevas amigas», apunta Cristina Barriga. Algunas de las chicas que ayer por la noche lograron un puesto en primera fila, a pesar de no haber dormido ahí, venían dispuestas a compensar errores del pasado: «El jueves les esperé durante 17 horas en el hotel, y aparecieron quince minutos después de que yo me fuera», afirma apenada Syria García.
A falta de unos escasos diez minutos para que el concierto diera comienzo, cientos de caras se asomaban entre los agujeros de las rejas que las separaban de sus ídolos. Casi como si pudieran percibirlos de forma sobrenatural, los gritos ensordecedores anticiparon la aparición de Gemeliers sobre el escenario. Los gemelos entonaron los primeros versos de Tu primera vez acompañados de un coro formado por casi dos millares de almas en estado de ebullición. Todas ellas se aferraban a la promesa que Jesús hizo al subir al escenario: «Antes de que se ponga el sol, solo espero que os lo paséis bien».