El Lope de Vega más mujeriego, el Velázquez más obsesivo, un Lazarillo de Tormes de carne y hueso, Luis Buñuel haciendo footing descamisado o Federico García Lorca teniendo sueños premonitorios son algunos de los grandes nombres que han pasado por El Ministerio del Tiempo, la nueva ficción de Televisión Española en la que tres agentes del secreto Ministerio del Tiempo español deben emprender viajes temporales para impedir que la historia del país cambie.
«Las series son, tal vez, el artefacto cultural que más valor tiene ahora mismo», explica Ignacio Bergillos, profesor de Comunicación Audiovisual en el CESAG. En los últimos meses, El Ministerio del Tiempo ha aprovechado ese «valor cultural» para tratar de instruir al público en temas históricos y culturales.
«Podemos considerar El Ministerio del Tiempo un éxito porque ha conseguido que sus personajes, y partes de su narrativa, atraigan la mayoría de comentarios en las redes sociales. Sin embargo, el triunfo sólo es parcial si el interés generado se limita al personaje perteneciente a la ficción, con comentarios como '¡qué guapo es Picasso!', y no sirve para que la audiencia conozca al personaje real al que hace alusión y homenaje la serie», valora Bergillos.
Lo cierto es que la pasión por las series parece haber aumentado durante los últimos años, llegando a recibir la etiqueta de nueva «edad de oro de la televisión» por parte de muchos expertos. «Ahora, los creadores son, además, seriéfilos o cinéfilos», opina.
Este es el caso de los artífices de El Ministerio del Tiempo, los hermanos Javier y Pablo Olivares, quienes han sabido abarcar historia y cultura bajo el manto de la ciencia ficción y una estética pop. «Las series ya están al nivel de las producciones cinematográficas», señala Bergillos. Y razón no le falta.