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Un emocionado Isern se convierte en la estrella de los Ciutat de Palma

Un emocionado Mateo Isern, durante su discurso, en el que se despedía de la Alcaldía de Palma. | Joan Torres

| Palma |

Un premio declarado desierto, el de novela; las puyas veladas del concejal de Cultura Fernando Gilet a los sectores culturales más catalanistas, y el discurso del alcalde Mateo Isern, el último institucional que le escucharemos, durante el que se emocionó, fueron, junto con la larga ovación que le brindó el público, los momentos más destacados de la velada. Nos referimos a la gala de entrega de los premios Ciutat de Palma, que tuvo lugar este martes en el Teatre Principal, lleno de alcaldes del PP, 23 de 31, y con escasos representantes de los sectores culturales.

Los logros conseguidos a lo largo de la legislatura centraron las intervenciones de Isern y Gilet. Sus palabras demostraron que se despiden muy contentos de su forma de hacer política cultural. El alcalde señaló que ha sido un mandato de «despolitización» de la misma para «avanzar hacia un futuro más libre, integrador, diverso y pleno de matices». Por su parte, el concejal habló de un «proyecto abierto, sin recovecos ni capillitas», aunque recordó que hubo de enfrentarse a «frenos» a la «libertad de expresión, de pensamiento, de creación», en una ciudad que describió «llena de las posibilidades que ofrecen el tejido social y cultural, la historia, el patrimonio», realidades, añadió, que si se observan desde «la mirilla de una puerta cerrada boicotean las posibilidades de vuelo hacia lo más alto para reducirlas al revoloteo gallináceo».

En un terreno exclusivamente político, Isern recordó que los ciudadanos «están exigiendo una nueva forma de hacer política», y que los segundos deben relacionarse con los primeros «de forma «cercana, sincera y amable», mostrando «nuestra propia personalidad y nuestro propio estilo».

Los asistentes escuchaban con el alma en vilo hasta que los más dados al sentimiento comenzaron a ponerse de pie para despedirle con una cerrada ovación que el president Bauzà describió «con sinceridad» como «espontánea para un buen alcalde».

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