Después de una etapa de mucho trabajo, el artista Tomeu Coll quiso relajar su actividad, se centró en su familia, en sus hijos, en jugar con ellos. El artista se detuvo en las cosas pequeñas, en escuchar a sus recuerdos, escribir y trabajar en el taller disfrutando aún más de «esa parte divertida y espontánea» de sus obras. El resultado de todo aquello se puede ver en Pollença bajo el título Jugant en silenci .
La muestra, que podrá visitarse en Espai 32 d'Art hasta el 25 de julio, reúne técnicas mixta sobre lienzo y escultura. En esta ocasión, Coll parte de los sentimientos, pensamientos y reflexiones para componer y acompañar luego las piezas de sus propios textos. También de otros autores, como Pere Joan Martorell, Sebastià Sansó, Andreu Vidal o Josep Palau i Fabra.
La obra de Tomeu Coll, siempre narrativa, toma las piezas de puzzle «como excusa iconográfica» para hablar de «la descendencia», pero también de otros asuntos como el amor, de «la herencia cultural, del paso del tiempo,...». Su obra «ha ido perdiendo seriedad, no es tan crítica. Con el tiempo me he dado cuenta de que no se puede estar toda la vida criticando unas cosas y otras. Hay que prestar atención a las cosas positivas», reflexiona. Ahí entran en el juego los colores vivos, el azul eléctrico o el rojo, y personas y situaciones «más próximas a mí». El artista incide en esta propuesta en la incorporación del hierro en sus cuadros, un material que utiliza para aportar pequeños detalles y en otros casos para encuadrar el mensaje.
El hilo argumental de Jugant en silenci abandona el lienzo y en esta propuesta también salta a la escultura. Así continúa este «juego» cargado de significados y en el que objetos de hierro, piedra y plomo se convierten en el medio para seguir disfrutando «de comunicar y recordar».