El nuevo propietario de Can Olesa, un ciudadano sueco, ha adquirido el casal junto con un importante patrimonio mueble de cerca de 500 piezas entre las que figuran cuatro cuadros de Miquel Bestard y diez de Guillem Mesquida, los pintores más valorados del barroco local de los siglos XVII y XVIII. Además, según el expediente de declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) que ayer fue publicado en el BOIB, todas estas obras deberán permanecer dentro de Can Olesa y algunas no las podrá mover de las paredes y salas donde estaban ubicadas en el momento de la compra.
De este modo, y según afirmó ayer el vicepresidente de Cultura del Consell, Joan Rotger, se mantiene viva «la lectura histórica del bien en sus distintas etapas». En el expediente, el medio millar de elementos decorativos y obras de arte se ha dividido en cuatro categorías en función de la movilidad permitida solo dentro del edificio que conlleva la catalogación del inmueble y su contenido. Los cuadros citados, los tapices flamencos que también son del XVII o una pintura de Ricard Anckermann, por poner algunos ejemplos, están situados en la planta noble y según el expediente deben «mantenerse en su ubicación actual, sala y muro».
Cabe recordar que, con la declaración de BIC, Can Olesa se separa de una parte de Can Riera, edificio que da a la calle Pont i Vic y con la que, desde 1979, compartía el gran comedor de gala, que ahora quedará partido. Expertos en patrimonio están en contra de esta partición porque alegan que, según documentación existente, ambos casals pertenecían a los Olesa desde el siglo XVIII y se comunicaban, como atestiguan los planos que en el XIX mandó levantar Mariano de Olesa y Cabrera «en los que se ve claramente que los dos inmuebles forman un conjunto y un pasillo secreto los comunicaba». Estos expertos se preguntan cómo «el Consell permite que se divida ese comedor, de lo más representativo de la casa».