Nos dejó Enrique Broglia (Uruguay, 1942), un artista «honrado y cabal» que se enamoró de Mallorca, de su luz, de Alaró, donde vivió hasta mediados de los noventa y donde trabajó sus más importantes creaciones. El escultor falleció el miércoles a los 71 años y en la Isla hoy se le recuerda por sus «magníficas esculturas».
«Enrique [Broglia] vivió los momentos más felices de su vida en Mallorca», asegura Manolo Coronado. Se conocieron en Alaró, «él se encontraba muy bien aquí y firmó una obra extraordinaria. Era un hombre de taller, en aquella época todos lo éramos. Estábamos más involucrados en el trabajo que en la vida social», recuerda.
Joan Oliver ‘Maneu' también conoció al artista: «Era «estupendo, un hombre que disfrutaba de vivir». El galerista destaca: «Me gustaban especialmente sus dibujos a tinta china y también los detalles más creativos de sus esculturas». El escultor y galerista Tomeu Simonet trabajó con la obra de Broglia hace unos años en una exposición que trataba de reunir el trabajo que el escultor desarrolló en Alaró. «Tras su marcha, la gente se interesó en su obra. Recuerdo que él decía: ‘Pero a mí nadie me compraba en Alaró'», cuenta Simonet, quien destaca que Broglia era un artista «muy interesante, e influyó mucho en mi obra. Su escultura es geométrica, con mucha relación con la arquitectura». Pero quizá a una de las personas que más ha entristecido su fallecimiento es a la galerista Ana Maria Vidal. Se conocieron hace quince años y la relación hoy era «más que profesional. Estoy muy triste», reconocía ayer. En ese tiempo, en la galería Matisos, «hacíamos exposiciones suyas cada tres años». La última fue este pasado mes de agosto y «teníamos proyectos muy emprendedores». Vidal lamenta que ha perdido «a un amigo», a un hombre con «una personalidad imborrable» que «nos ha dejado su fuerza y su sensibilidad en cada una de sus obras».