Que su padre era ‘El Pescaílla' y su madre Lola Flores lo advirtió en el estribillo del tema que abrió la velada, Gipsy funky. Para que los presentes tuvieran en cuenta a lo que venían, a ver en directo a una mujer, una «monstrua», como ella se define, que tanto le da como cantar funky, rumba flamenca o rock. De lo que no avisó Rosario era que no le iba a importar que al Parc Municipal Sa Torre de Felanitx, el pasado sábado, no asistió numeroso público. Porque a la coach de La Voz le basta apreciar el cariño de los presentes para tirar su concierto adelante. Sean 300 o 3.000.
Enfundada en un vestido corto negro y una chaqueta del mismo color que se quitó tras el primer tema, Rosario se agarraba la melena, abría y cerraba las rodillas mientras entonaba Por tu ausencia o Al son del tambor, en honor a su padre, «ya no se canta la rumba como cantaba ‘El Pescaílla'». «Gracias por estar aquí conmigo, me hacéis feliz», saludó Rosario, antes de cantar Te quiero te quiero, Qué bonito o Sabor sabor.
Uno de los momentos más emotivos fue la balada No dudaría, «un himno de amor» de su hermano Antonio Flores. «Luego se lo contáis a todo el mundo que no ha venido», expresó la artista, quien se despidió tras los bises interpretando De mil colores y Marcha marcha.