A Tomeu Estaràs le apetece bucear en otras aguas. Está sumergido en un mar que no entiende de folclore. Ni de música anímica. Su destreza con la flauta dulce se lo permite y ha encontrado en el organista Peter Jurgilewitsch y al violonchelista Gabriel Fiol a dos buenos aliados en su nueva odisea. La experiencia como dúo en cruceros ante turistas alemanes le otorgó la confianza suficiente para homenajear al pintor Coll Bardolet. Será en la fundación que lleva su nombre en Valldemossa, el 11 de agosto, a las 21.30 horas.
—¿Cómo es el paso del folkclore a la música barroca?
—Con Els Valldemossa dispongo de más libertad porque no tengo que leer partituras. Es más seria y supone prestar más atención, incluso a nivel de compenetración.
—¿Qué representa para usted Coll Bardolet?
—Fue uno de mis tutores. Me regaló mi primera flauta y me presentó a Joan Maria Thomàs, director de la Capella Clàssica. Con él aprendí solfeo.
—¿Por qué se decantó por este género?
—Llevo 50 años con Els Valldemossa y nunca he tenido la oportunidad de tocar música clásica. Ahora que son mis últimos años de trabajo artístico creo que es un buen momento.
—¿Cuando ensayan si Peter Jurgilewitsch vive en Alemania?
—Vamos en cruceros como Els Valldemossa pero aprovecho para ofrecer un suplemento al cliente. La actuación con Peter es la propina. En Groenlandia, la gente se puso de pie para que tocáramos otra. Tuve que improvisar e interpretamos un bolero mallorquín al no tener más repertorio.
— ¿Y qué va a sonar en la Fundació Coll Bardolet?
—Temas de Byrd, Bach, Hendel (tres sonatas), Telemann (partitura número 4), y Purcell.
—¿Veremos a Els Valldemossa en Costa Nord?
—No. Es la primera vez en 15 años que hemos decidido no tocar. Es para no cargar tanto a la gente. Nos tenemos que renovar y, seguramente, Miquel Brunet me compondrá un tema nuevo para la próxima temporada.