El «capricho» de la reina María Luisa de Parma llevó al escritor, jurista y político ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos, en 1801, a ser deportado y cumplir condena de prisión en la Cartoixa de Valldemossa por sus ideas «progresistas». Allí pasó tan sólo una veintena de días, para ser trasladado después al Castell de Bellver. Éste es el punto de partida del octavo tomo de la colección Obras completas de Gaspar Melchor de Jovellanos, una edición crítica del dietario sobre su estancia en la Isla, obra del profesor asturiano Javier González Santos.
En Valldemossa, en una época en la que España y Europa estaban inmersas en la política napoleónica, Jovellanos vivió «relajado», pues tenía «libertad para salir, escribir y dar largos paseos», indica González Santos. «Fueron unos días casi de auténticas vacaciones», añade el docente de la Universidad de Oviedo, quien el pasado jueves presentó el volumen en las jornadas sobre Mallorca y la Ilustración que se celebran hasta hoy en las caputxines.
Mallorca supuso como «una segunda patria de Jovellanos. Le abrió nuevos horizontes para conocer el peso de la cultura catalana. Llegó a hablar y escribir en catalán y conocía prácticamente toda la obra de Ramon Llull. Era un hombre de una gran humanidad y una enorme capacidad de adaptación». Estas cualidades le sirvieron «durante su estancia en la Isla para relacionarse con ilustrados y personalidades de la época», como la familia Salas, los marqueses de Vibot, Tomás de Verí o el capitán general de Mallorca, Juan Miguel Vives. «La alta nobleza aristocrática paso por la celda de Jovellanos, le aceptaron y le quisieron como a uno más. Siempre guardó esas amistades», señala González Santos.
Para dar forma a este nuevo tomo sobre el escritor e ilustrado, el profesor asturiano contó con la colaboración «imprescindible» del investigador Jaume Llabrés y Aina Pascual, historia del Arte, y también con las fotografías de Donald Murray.
Algunas ideas de Jovellanos «se podrían trasladar a hoy en día», un momento de cambios y recortes en áreas como la educación o la cultura. «Como decía Jovellanos, sin la cultura los pueblos desaparecerían», concluyó González Santos.