«Ésta es la historia de un hombre normal que se ve metido en una situación de tensión excepcional. Entonces, descubre que la frontera entre lo bueno y lo malo, entre lo moral y lo amoral, es muy difusa». Así es como el director Daniel Monzón presentó ayer en Palma, su ciudad natal, su nueva película, Celda 211, que se estrenará el viernes 6 de noviembre.
El debutante Alberto Ammann da vida al protagonista, un funcionario de prisiones que se queda atrapado en una celda cuando estalla un motín. «Quería un rostro que llegara virgen al espectador», explica Monzón, que reconoce que «encontrar un actor nuevo para un papel tan difícil parecía una quimera». Hasta que encontró a Ammann. El ganador de dos Goya Luis Tosar transforma su aspecto y su voz para encarnar al brutal líder de los reos, que lidera la 'revolución' y apadrina al funcionario al creer que es un criminal más. «Es un gran trabajo de composición, y el trabajo es extraordinario», dice Monzón. Carlos Bardem, Antonio Resines y Marta Etura son otros de los protagonistas.
La película, que se rodó en una cárcel de Zamora recuperada para la ocasión, supone un nuevo cambio de género para el cineasta, tras El corazón del guerrero, El robo más grande jamás contado y La caja Kovak. Se ha utilizado el formato digital para «buscar realismo e inmediatez. Quería situar al espectador en el ojo del huracán», confiesa. Otro instrumento para conseguir este objetivo ha sido utilizar a presos en tercer grado reales, que actúan como figurantes. «La cárcel refleja la sociedad de forma condensada. Es como el mundo pero en mp3», analiza Monzón. Gracias a la película, que se ha podido ver en los festivales de Venecia o Toronto, le han ofrecido rodar el remake americano, la secuela de un éxito de terror reciente y otros muchos proyectos. Los ha rechazado todos y, en un nuevo cambio de registro, planea un salto a la comedia negra.