La Part Forana fue la encargada ayer de inaugurar una excesivamente tranquila Nit de l'Art en la que se echó en falta, sobre todo, la animación que en los últimos años acompañaba la fiesta. La Misericòrdia abrió sus puertas al arte emergente y a las galerías de fuera de Ciutat, con unos animados Wonderbrass y un proyecto benéfico. Pero fue minutos antes de que las galerías y otros museos y salas de exposiciones dieran por inaugurada la decimotercera edición de este encuentro con el que se presenta la nueva temporada expositiva y en la que sí destacó la alta participación de espacios no asociados a las entidades organizadoras, AIGAB y Art Palma.
El Solleric se convirtió en el centro neurálgico de Palma durante una hora, tiempo que duró el recorrido, principalmente, institucional, por las exposiciones de Esther Ferrer, Malick Sidibé, Big John Buscema y Amparo Sard. No faltó nadie, ni siquiera RafaDuran, un habitual del evento. Sí se echó en falta el tradicional brindis.
De todos modos, ayer era el día del nuevo conseller de Cultura, Bartomeu Llinàs, que se estrenaba en su primer acto oficial y cultural. «Llevo tres días como conseller y trataré de verlo todo», dijo Llinàs, quien se mostró atraído por «el uso de diferentes elementos en el arte y por todo aquello que rompe», tras ver las exposiciones del Solleric y haber inaugurado la propia del Govern, Praxis, en el Espai Ramon Llull.
Después de la intensidad del Solleric, la calle era otra cosa. No faltó ambiente, pero sí se echó en falta ese ir y venir de gente, la pincelada festiva. Ante la dispersión general, sí hubo más concentración en varias zonas: Verí, Concepció, Sant Felio, Plaça del Mercat, Puig de Sant Pere, Sant Jaume o Costa de la Sang, con las apuestas de las galerías de Art Palma y AIGAB.
Vía Verí, con los óleos figurativos de Euphrosyne Doxiadis en la galería Guaita; Rebecca Horn y Jannis Kounellis, en Pelaires, y las instalaciones de La Caja Blanca, se fue animando poco a poco. Unos metros más lejos, Pedro Txillida presentó sus obras en la galería Vanrell y Arte Visión vivía su particular fiesta en la Plaça del Mercat arropados por pintura, escultura, graffitti o fotografía. La diversidad de propuestas también se vivió en la zona de Concepció, con las inauguraciones de la galería Joan Oliver 'Maneu', Fran Reus o Don Quixotte. En esa zona, no faltó música y alguna exposición alternativa a pie de calle, como la de Juanjo Secano, sencilla composición escatológica y de alta cocina.
En la zona de Sant Jaume, Eugenio López estrenaba sus geometrías en Altair y Concha Vidal sus Post pin ups en la galería Xavier Fiol. Tras el Solleric, Ferran Cano presentó a Pep Guerrero, con joyas y una instalación; Carcorart la abstracción de Cris Pink; la galería Kewening los iconos de Nina Hoffman y Joana Kunstmann, los paisajes de Stefan Gnad.
Llegando al Puig de Sant Pere, Es Baluard inauguró una muestra con obra de su colección y prescindió de los tradicionales espectáculos de fin de fiesta, como la exitosa exhibición del Circ Bover del año pasado. En la misma zona, los retratos de Marcelo Víquez se abrían paso en SKL y Yenting Chung y Michelle Yu, en ABA Art.
La Nit de l'Art demuestra que no hay crisis que la frene, aunque sí que la desluzca, como sucedió ayer. Hubo interesantes y grandes ofertas, la gente salió a verlas y no llovió, pese a las grandes tormentas anunciadas desde el Instituto Nacional de Meteorología. Se puede decir que fue un éxito, en cuanto a esto se refiera, y hay que valorarlo más teniendo en cuenta el esfuerzo en plena recesión económica, pero faltó brillo, movimiento y algo de aquello que en los últimos años animó la fiesta.