ANA LARGO
¿Qué sería del mundo sin música? Esta reflexión es sólo el punto de partida del proyecto Música silenciosa, en el que se encuentra trabajando Borja Ramón Calvo Andrada tras el éxito de su primer largometraje documental, El beso salado, que se estrenará en Barcelona el 1 de diciembre tras su periplo por Nueva York.
El cineasta asume de nuevo una producción con trasfondo social, que es el verdadero motor que mueve hoy por hoy su cine. Si en su opera prima en el largometraje, El beso salado, el protagonista fue la fibrosis quística, ahora el director se involucra con el colectivo de personas con deficiencias auditivas, que «durante mucho tiempo han sido tratados como enfermos, algo totalmente absurdo», apuntó. Y es que su pasión por los temas sociales, por contar lo que le inquieta, no le permite desarrollar otras historias de ficción que, por el momento, guarda paciente en un cajón. Hay que destacar que El beso salado ha sido elegido como herramienta de divulgación de la enfermedad a nivel mundial.
Por su parte, Música silenciosa trata de las emociones y vibraciones producidas por la música en las personas, también en aquéllas con discapacidad auditiva. El documentalista quiere captar lo que sentimos con la música quienes podemos oír y quienes la componen. Pero también persigue que el espectador empatice con las personas sordas «para comprender su silencio, respetarlo», explicó.
Las inquietudes que asaltan a Borja Calvo, le han llevado a entrevistarse con profesionales para profundizar sobre el asunto que desarrollará en su tercer documental. No se queda en lo superficial, porque detrás de una pregunta siempre hay otra, porque una reflexión le conduce a otra. Así construye su historia, en la que se han involucrado también la academia Pro Art o el Hospital Son Llatzer. También ha mantenido encuentros con músicos, profesionales y médicos en Nueva York, Suiza, Valencia, Barcelona o Madrid. Así, Willy DeVille o Wendy James son algunos de los músicos que han participado en el proyecto del madrileño.
«Descubrí documentándome que los sordos podían, mediante un proceso de aprendizaje, generar ritmos», explicó el autor. Así, se plantea desarrollar, mediante expertos, un método de aprendizaje musical basado en ritmos con instrumentos de percusión en niños con implante coclear. Música, silencio, vibraciones, emociones. Son los conceptos que desarrollará esta cinta que perseguirá «acercar el mundo silencioso de los sordos a nuestro mundo y viceversa», comentó el cineasta.
Este proyecto no tiene fines lucrativos, tanto es así, que todos quienes participan en él, lo hacen movidos por el mismo espíritu del director: sacar conclusiones positivas para el colectivo de personas que padecen cualquier deficiencia auditiva.