Body and Soul (Cuerpo y alma) no sólo es una de las baladas más bellas del jazz cantada por Billie Holiday "su versión en el Philharmonic Auditorium de Los Àngeles el 12 de febrero de 1945 es tan sólo una de las múltiples evidencias-, sino que era la forma en la que la cantante se entregaba en sus actuaciones.
Barbara Hendricks, por su parte, puso todo el cuerpo sonoro y musical posible en su homenaje a la reconocida estrella del jazz, en otra de las esperadas jornadas del Jazz Voyeur Festival celebrada en el Auditòrium de Palma; pero el alma, anduvo bastante alejada de la Magna.
Tampoco se trató de despojarse de las etiquetas vestidas para la ocasión -los perfectamente etiquetados salieron absolutamente complacidos-, pues la Hendricks cumplió con esa gala exigida en un concierto de 'Etiqueta Negra', aunque algo lejano de la excelencia.
Lo único capaz de animar verdaderamente la velada hubiera sido la sorpresa, y ésta no apareció por ningún lugar. Tanto mejor, imagino, para la inmensa mayoría; pero algo decepcionante para quien deseara traspasar la epidermis de las canciones y bucear en la esencia de sus profundidades.
El Magnus Lindgren Quartet mostró maneras en los terrenos más distanciados de la soprano, en las composiciones de su líder y del pianista Mathias Algotsson; pero en el resto, la subyugación a la cantante resultó un peaje demasiado caro y pesado como para brillar más allá del mero y correcto acompañamiento.
Barbara Hendricks navegó por el consabido repertorio con dignidad, aunque con el convencimiento justo. Desfilaron My Man, Mood Indigo o Billie's Blues, y ni tan siquiera ese bis final del Summertime, la composición más operística de los hermanos Gershwin, despegó en la altura. Aunque sí lo hicieron los minutos dedicados al spiritual, tal vez los mejores; aunque ello no tenía que ver con la Holiday.