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Rafa Forteza muestra en Palma la esencia viva del arte y su relación con los espacios

CELIA HEREDIA
La luz traspasa el oratorio. Y silencioso sobre él emerge un bosque baldío de estructuras piramidales que «descubren los acontecimientos y los abatares de cada ser». Ésta sólo es una de las piezas que constituyen Ritus III. La muestra que Rafa Forteza (Palma, 1955) inaugura hoy, a las 20.00 horas, y que está ubicada entre la galería Kewening y el oratorio de Sant Feliu de Palma.

Inspirada en un poema de Jochen Winter, Ritus III es «un grito» estancado y la tercera parte de una exposición que germinó a principios de este año en la ciudad de Colonya (Alemania). Ahora, y después de dos años sin exponer en Palma, Forteza vuelve para mostrar la evolución de su obra con trece piezas, donde los elementos por sí mismos se convierten en la esencia de su conjunto.

En todas sus obras, Forteza tiene presente la impermanencia del ser. Por eso, la parte superior del oratorio la ocupa una pieza que integra como elemento central un espejo que invita al espectador a «una meditación muy escueta de lo que somos» confesó el artista, quien ha querido que la parte del altar esté presidida por cuatro figuras con las que representa el aire, el agua, la tierra y el fuego, «elementos que le han dado al hombre para que sobreviva en el medio que le han dado», apuntó.

El espacio se completa con una instalación compuesta por una treintena de piezas con las que Forteza pretende contrastar el sentido de individualidad y de conjunto y que han sido creadas a partir de ramas entrelazadas mediante cuero y resina de porcelana. Además, en Ritus III, el artista ha apostado por el juego de palabras, de espacios y de contrastes materializados con las esculturas y pinturas que están ubicadas en la galería.

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