Carlos Olalla (Barcelona, 1957) parece un galán tranquilo. Escoge el decadente Café de la Ópera en Barcelona para conversar sin prisas. Su imagen recuerda a un aristócrata de antaño. Su testa blanca por las canas y los signos de una vida acomodada le han llevado a interpretar a médicos en numerosas series de televisión. La vida de este actor tiene dos partes. Primero trabajó en la banca privada y luego viró hacia la interpretación. Para recuperar el tiempo ocupado en operaciones bursátiles, ha escrito novelas como Nixe, sobre el Arxiduc y varios poemarios. Acaba de rodar 25 kilates, de Patxi Amezcua, y ha participado en unas 35 series como Cuéntame cómo pasó, Amar en tiempos revueltos, El comisario, Los Serrano o Los hombres de Paco. Es articulista de Ultima Hora.
"¿Cómo llegó al mundo de la interpretación?
"A los 22 años me casé. Viví en Galicia cuatro años y al regresar a Barcelona, el grupo de empresas familiar se fue al garete. Trabajé para un banco inglés en Londres, Catalunya y Levante. Aquella vida era muy dura. Por eso escribí novelas, eran mi válvula de escape. El trabajo se acabó y con 45 años tuve que reaccionar. Mi madre hacía figuraciones en el cine y así entré. Participé en un rodaje con Sophie Marceau y empecé a ir a castings de publicidad. Tuve la suerte de hacer una réplica gestual de Christian Bayle. Me impresionó. Empecé a estudiar interpretación en la Escuela de Teatro.
"Y le empezaron a dar papeles de médico.
"Siempre suelo interpretar profesiones liberales. Espero que me den papeles de malo. Una vez hice de narcotraficante y lo pasé pipa. He actuado como el ginecólogo de la princesa Letizia en el programa de Buenafuente, de cirujano plástico en Yo soy la Juani y fui el médico en El patio de mi cárcel. Fernando Colomo me dijo que era un chollo para algunos papeles. Me contó que algunos actores lo han pasado tan mal que se les nota en la cara.
"La ruptura con su profesión anterior debió ser muy brusca.
"Dedicarme a la interpretación es la decisión más sabia de mi vida. Cambié una maravilla de vida y un trabajo de mierda, por una mierda de vida y una maravilla de trabajo. Me ha impresionado la generosidad del mundo de los actores. Hace cuatro meses tuve un infarto, después de recuperarme me encontré que el equipo de El patio de mi cárcel, de Belén Macías, había cambiado todo el plan de rodaje para que yo pudiera estar. Me puse a llorar.
"Cristina Maristany, su madre, le introdujo en el cine y a colaborar en Ultima Hora. ¿Qué relación tiene con ella?
"Coincidimos en nuestra visión del mundo. Tenemos gustos afines aunque escribimos muy diferente. Ella prefiere el relato corto y yo las novelas, aunque los dos nos acercamos a la poesía. Tenemos iconos comunes como Vinicius de Moraes, Al Pacino o Stefan Zweig. Nos repartimos los temas.
"¿Cómo influye el trabajo en una serie de televisión?
"Para existir hoy hay que estar en la televisión. La gente que ve series asocia los personajes a los actores porque entras en el salón de su casa.
"¿Qué le parece el apoyo de un grupo de actores a la campaña electoral de Zapatero?
"La ventaja de los actores es que damos voz a los sin voz. Richard Gere o Sean Penn han hecho mucho. Es dramático lo que pasa aquí: cuando los actores alzan la voz, aparecen todos los leones. En cuanto al apoyo, me parece que Zapatero es demasiado moderado y ha desperdiciado una ocasión para la paz. Una democracia no cierra ideas ni periódicos.
"¿Pero cree que los actores deben tomar partido?
"Es nuestra obligación. Todo lo que sea fomentar la reflexión es fundamental. Los actores no estamos en posesión de la verdad, pero la gente nos escucha y tenemos que aprovechar para ofrecer más preguntas que respuestas.
"Acaba de rodar la teleserie Violetes para TV3 con Mercedes Sampietro.
"Es una historia muy intimista sobre el mundo de la mujer. Guerín decía que cada mujer que no conocemos es una vida que no hemos vivido. Quiero pensar en los besos que no hemos dado. Con trece años conocí a una niña francesa monísima. Fui incapaz de dirigirme a ella, pero un día robé su dirección. Se llamaba Sophie Amstrud y su recuerdo me ha acompañado toda la vida. Se recuerda el primer beso, el último y otros más intensos, pero los que no olvidas son los que no has dado.
"El cine ha cambiado...
"Hay que diferenciar las películas para soñar y las que sirven para olvidar. Cada vez la influencia de la televisión es más fuerte. Los actores son el último espacio de libertad en el sector. Ahora se hacen películas pensando en las palomitas que se van a vender. Entre los de la profesión, en cambio, nos ayudamos. Algunos actores participan en guiones de estudiantes a director. La audiencia es una gran mentira. También hay actores que se dedican a ser famosos.
"¿Ser actor es meterse en la vida de otro?
"Nuestro oficio es mentir de verdad. Normalmente las personas tenemos una idea que transformamos en palabras sin saber lo que va a durar la frase. El actor ya sabe lo que va a durar, que es justo lo contrario de lo que hacemos en la vida real.
"Usted llegó al cine y a la televisión a una edad en que se dejan de proponer papeles a las actrices de éxito.
"Existe un sexismo brutal en el cine. Las mujeres con más de 45 años lo tienen muy complicado, pero tengo la esperanza de que esto cambie.
"¿Cuál es la mejor parte de su profesión?
"Me encantan los mimos que te dan las maquilladoras. Cuando me maquillan, ronroneo. Eso no sucede en las otras profesiones.