El Museu Es Baluard contará con una pieza del escultor Albert Rouiller. Su viuda, Monique Rouiller, visitó el pasado miércoles el centro de arte para decidir la ubicación de la obra que la familia ha ofrecido al museo. «Será un honor que una pieza de mi marido esté en Es Baluard», aseguró la viuda tras visitar el espacio. El mismo día, Lola Durán se encontraba en Es Baluard preparando nuevos proyectos y ultimando la exposición de cerámicas de Picasso de la Col·lecció Serra que se mostrará en la Casa del Cordón de Burgos en mayo y, en verano, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Así, el montaje animará el verano cultural de la capital. La muestra incluirá tanto nuevas adquisiciones como antiguas piezas, que ya han visitado lugares como Sevilla, Málaga, la localidad francesa de Pau o Zaragoza, entre otros. Ninguna de las que se exponen en Es Baluard dejará el museo.
«La pieza deberá ir en el interior del museo porque está hecha en teca», explicó Monique Rouiller. La escultura representa uno de los temas clásicos del artista, «el hombre y la mujer, la pareja, representados juntos pero siempre sin tocarse». «Mi esposo no ponía nombre a sus piezas porque quería que el espectador se imaginara qué explicaban». La viuda de Rouiller también ha ofrecido la maqueta de otra escultura de acero cortén para «colocarla en el exterior de Es Baluard».
Rouiller era un «auténtico enamorado de Mallorca». A mediados de los ochenta, y tras pasar largas temporadas en Eivissa, el artista se compró una casa en Santanyí. «Le gustaba la luz, la gente, el idioma y, sobre todo, el mar». La Isla «formó parte de su vida» y quedó patente «en su obra». Por eso, entrar en un museo mallorquín supone «un honor» para la familia. «De esta manera, mantendremos vivo su espíritu en la Isla y su nombre continuará estando presente en uno de los lugares que más quiso de este mundo».