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Cinco pintores de primeros del XX que ejemplifican otras tantas búsquedas de nuevos caminos

Algunas de las obras de la Col·lecció d'Art Serra para el Museu Es Baluard

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La primera mitad del siglo XX, especialmente el primer tercio, fue un tiempo de ruptura en el arte, de cambio, de experimentación, de abandono de las prácticas clasicistas. Los artistas trabajaban paralelamente abriendo nuevas vías. Muchas de las obras de la Col·lecció d'Art Serra que irán al Museu Es Baluard corresponden a este período y formarán parte de la muestra inaugural «Es Baluard any 0».

Hoy hemos seleccionado algunas que ejemplifican estas transformaciones. En 1902, el catalán Joaquín Mir (1873 - 1940) pintaba «Torrent de Pareis», una de las mejores que hizo de este lugar. Mir se instaló en Mallorca en 1899, un período decisivo en su evolución, donde pintó paisajes postimpresionistas, innovadores, con los que creó un lenguaje propio, siempre en busca de rincones impactantes, como los del Torrent, con los que desarrollar su forma de entender la naturaleza. Pocos años después, Joan Miró (1893 1983), plasmaba en un pequeño lienzo un «Paisaje de Mont-Roig» (1916). Como explicó Pilar Ribal, responsable del área artística del museo, es una obra de juventud en la que analizaba las posibilidades de renovación del lenguaje pictórico influido por Cézanne y la pintura francesa. Según la «Gran Enciclopedia de la Pintura i l'Escultura a les Balears», entonces se interesaba por el paisaje de manera poética e ingenuista.

Radicalmente distinto es el cuadro del cubano Wilfredo Lam «Escena de la Guerra Civil Española», de 1937, suceso que afectó a este «gran luchador por la democracia hasta el punto de que se alistó con las Brigadas Internacionales», recuerda Pere A. Serra en «101 pintors. Memòries d'una col·lecció». Obra atípica, de compromiso político y sentido histórico en una trayectoria marcada por el surrealismo y las influencias de la cultura afro-cubana.

«Dama Española» (1927) tampoco es habitual en la carrera de Francis Picabia (1879 - 1953), adscrito al dadaísmo. Fascinado por la cultura española, pintó una serie de damas, «de la que ésta es la más hermosa», dice Ribal. Iconoclasta y rompedor, en estas pinturas vuelve a cánones clásicos para rendir homenaje a un prototipo. Finalmente, destacamos «Eau de vie», de Nicolas de Staël (1914 1955), de la que Pere A. Serra dice: «Creo que es una de las obras estrella de la colección». Pintor que se suicidó joven, representa el espíritu del informalismo europeo de posguerra y la búsqueda de caminos expresivos para la pintura.

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