En el siglo XVIII, el ingeniero militar Martín Gil de Gaínza donó al Convent de las Caputxines un Sant Crist realizado en marfil. Gil de Gaínza era un gran benefactor del monasterio, además del autor de la iglesia de las Caputxines, donde está enterrado. El crucifijo forma parte de la exposición «L'argenteria i les arts sumptuàries en el monestir» que puede visitarse hasta el 11 de enero. La exposición no es sólo lo único que se expone en el convento en estas fiestas. Junto a ella se puede disfrutar del magnífico Belén monumental del siglo XVII. A lo largo de los años, las Caputxines han ido recibiendo donaciones de diferentes benefactores que han pasado a formar parte de la comunidad de clarisas. En la muestra, puede verse una parte de estos presentes. «Cada año basamos el montaje en un tema diferente, un tema que, a lo largo del año, hemos ido estudiando y recopilando», afirmó la historiadora del arte Aina Pascual, comisaria de la exposición junto con Jaume Llabrés.
En esta ocasión, se centra en las artes suntuarias, «que lo engloban casi todo: la cerámica, el vidrio, las alfombras o las flores de papel», y en la platería. Siempre relacionadas, ambas, con su finalidad, uso u origen sacro. El recorrido empieza por dos alfombras de los siglos XVIII y XX, unos candelabros de estilo barroco que «se empleaban en las grandes fiestas litúrgicas», cajas realizadas por las monjas «para guardar cosas» y un armario donde se guardan las flores de papel y tela que hacían las Caputxines, trabajo en el que eran expertas, y que también incluye «las herramientas con las que realizaban las flores», un hallazgo de este año. «Siempre encontramos novedades». El Convent, con su gran patrimonio, siempre da ofrece sorpresas. La Custòdia Major del XVIII y el Llit de la Mare de Déu d'Agost, montado tal y como se hacía, son dos puntos clave de la muestra. También destaca la pieza que representa a Nostra Senyora dels Àngels, hecha en marfil por la escuela hispanofilipina en el siglo XVII. «No se conocen otras piezas como ésta en la Isla».
La exposición incluye, también, la colección de joyería antigua del convento, con piezas que van desde el siglo XVI hasta el XIX. Se trata de obras donadas por ciudadanos para el Belén monumental de las Caputxines. «Tienen un gran valor histórico», sobre todo unos pendientes del siglo XVI o una botonadura mallorquina que llevan Sant Josep y la Mare de Déu. Se trata de pequeñas grandes joyas que, ahora, se muestran al público.