«Los años salvajes». Así se titula la exposición que el pintor José Aranda inaugura esta tarde en la galería Chacártegui-Cicerol de Palma (Plaza de Santa Magdalena, 4) una muestra planteada como una retrospectiva de los últimos diez años.
El título, comentaba ayer el artista, responde «a mi actitud ante la tela en blanco, el ir a por todas, sin normas ni ningún tipo de prejuicio, como un salvaje». La exposición ejemplifica los intereses pictóricos de Aranda, sus influencias plásticas y literarias, sus distintas etapas y sus viajes, siempre presentes en sus cuadros. Aranda cuenta que «he viajado por medio mundo, visitado muchos museos, visto la obra de muchos artistas, conozco a los maestros» y no le importa reconocer que muchos de ellos están en su trabajo.
«Uno ha de medirse con los grandes porque con los mediocres no interesa». Preparando ya un próximo viaje a la India, y en una etapa «muy tranquila y con muchas ganas de pintar», Aranda va explicando algunos de los cuadros que cuelga en la Chacártegui-Cicerol como el titulado «La musa de Praga», una tela de gran formato «que nunca había salido de mi estudio» sobre la que describe «influencias del expresionismo de Oscar Kokochka, es una tela muy centroeuropea».
No faltan cuadros surgidos durante y tras el viaje a Etiopía, a mitad de los noventa, «en el que me descubro, olvidando las referencias del pasado, fue la experiencia vital más importante de mi pintura, un viaje interior en el que saco todo lo mejor de mi mismo». Nueva York, «mi segunda casa tras París, siempre me ha fascinado». En Estados Unidos «he expuesto más de media docena de veces». La última, en Nueva York, en diciembre de 2002, -a primeros de 2003 lo hizo en Chicago-, con piezas que aluden al atentado contra las Torres Gemelas, serie que expone con unos retratos «fríos» de personajes como George Bush, Colin Powell o Condoloezza Rice. En la exposición destacan su faceta de dibujante y sus cuadernos de viaje.