¿Existió en Palma un jardín botánico? Esa es la pregunta que, desde la Conselleria de Cultura del CIM, le formularon a la historiadora Júlia Roman. Para responderla, esta profesora de la UIB ha pasado los últimos meses investigando. El motivo, el interés de la consellera Maria Antònia Vadell por impulsar en el siglo XXI un jardín botánico recuperando una idea ilustrada en la que confluían arquitectura y ciencia. Vadell propone este espacio dentro de la reforma general de la Misericòrdia, una forma de «compaginar el edificio como centro de cultura recordando que antes no tuvo la misma utilidad, para no desvirtuar lo anterior».
Por eso era importante averiguar los antecedentes del jardín botánico. «Se sabía que, en 1827, Josep Maria Alós había propuesto hacer un jardín botánico, lo que se aprobó; se encargó el diseño al arquitecto Joan Sureda i Ripoll y el proyecto botánico a Bartomeu Obrador i Obrador», dice Júlia Roman. «Lo que se cuestionaba es si se había materializado o no». Y en busca del dato se adentró en el pasado. Ahora se sabe que sí hubo jardín botánico, vinculado a obras de reforma y embellecimiento de la ciudad, y también a una vieja idea que habían impulsado los ilustrados, algo que se dio en otras ciudades, que tiene su antedecedente en el Real Jardín Botánico de Madrid (s. XVIII).
«A partir de finales de 1820 se llevan a cabo reformas, se hacen paseos como el Born y la Rambla. Éste lo había promovido Alós, quien, para culminar este embellecimiento, propone promover un jardín botánico», cuenta Roman. Y se encargan las obras. Se cierra un terreno entre dos cuestas, la de la Beneficencia y Forn Cremat, al lado del Hospital, propietario del mismo. En 1864 ya existe la calle Jardín Botánico. El acceso a dicho espacio, por la Rambla, estaba enmarcado por una puerta monumental, diseño de Sureda, aunque parece que, sobre todo, se dedicó a huerto. Roman dice que en los años sesenta del siglo XIX, se da «una doble terminología, huerto o jardín; huerto cuando se refiere a uso y jardín botánico cuando afecta a lo arquitectónico».
En 1896 se hace un proyecto de traslado, obra de Joan Guasp, adosándolo al edificio de la Misericòrdia, por debajo de la 'placeta' del Hospital, y se abre la cuesta que sube a éste. «Guasp planteó un diseño dinámico, curvilíneo, sinuoso», apunta Roman, que no llegó hasta nuestros días tal como él lo concibió, pero que sí fue un auténtico jardín botánico. Aunque no coincida con el original de Guasp, el jardín sigue en pie y en él planea el CIM un nuevo espacio para la botánica ornamental y didáctico. Entre los árboles que hoy se pueden ver en este lateral de la Misericòrdia destaca un ficus monumental que, probablemente, proceda de entonces. José Luis Gradaille, director del Jardín Botánico de Sóller, de cuyo patronato forma parte el CIM, trabaja en el contenido botánico y los arquitectos de la institución estudian accesos y entradas dentro de la rehabilitación integral de la Misericòrdia.
Arquitectura y botánica a la manera de los
ilustrados
En el análisis histórico de Júlia Roman se recoge la relación entre
enseñanza y ciencia, de las prácticas de agricultura que hacían los
alumnos del Colegio Montesión en el siglo XIX. Y también de la
relación entre arte y naturaleza porque los jardines botánicos
fueron lugares nacidos para estudiar la flora autóctona, exótica,
medicinal, para pasear, siempre enmarcados en un contexto
arquitectónico que proyectaban los arquitectos más reputados, como
hizo Sabatini en Madrid. En el siglo XVIII, época de la Ilustración
y del conocimiento, se impulsaron proyectos de reforma de muchas
ciudades, se abrieron paseos, jardines, se levantaron edificios
para la cultura. Palma no fue una excepción. Para continuar con esa
tradición de saber se hará un nuevo jardín botánico en Ciutat que
tendrá, como dice José Luis Gradaille, un componente didáctico; se
protegerán especies endémicas; se plantarán hierbas medicinales y,
sobre todo, se abrirá al público y a los estudiantes, como deseó
Alós en el XIX.