El escultor Josep Maria Alcover, después de casi dos años sin mostrar sus obras, inaugura hoy, en la galería Gianni Giacobbi, una exposición escultórica que el mismo califica de «colectividad porosa». Las 40 piezas que la forman van acompañadas de una proyección de vídeo que recoge el proceso de creación de una obra pictórica, un proceso que Alcover describe como «una acción telúrica».
Realizadas en plomo, material con el que el artista trabaja desde 1996, las esculturas invaden todo el espacio de la galería y el espectador ha de pasar entre ellas para poder desplazarse.
De apariencia ligera, las piezas están realizadas a escala manual y constituyen, cada una de ellas, «una individualidad de pequeño formato que forma parte de un colectivo y dan lugar a una totalidad», explicó el artista.
El escultor describe sus piezas como «fruto de la necesidad de comprimir la materia al máximo para así cargarlas de energía». El artista considera que una de las características de la escultura es «el contacto entre dos superficies». En su caso una de éstas es siempre el suelo sobre el que se colocan, por tanto, dice, «la poesía de la escultura es aquello que no se ve, el punto de contacto entre la pieza y el suelo». De esta manera el artista pone de manifiesto su «afección por la horizontalidad y la necesidad de mirar siempre hacia abajo».